En la lucha por la transparencia tenemos que entender que la corrupción existe aquí y en cualquier lugar del mundo pero que las sociedades sabiamente diseñan instrumentos de control y fiscalización eficientes para contener esa ambición que puede ser propia de la naturaleza del ser humano en su eterna lucha por obtener bienes. El caso de la FIFA puede ser ilustrativo porque una ONG dedicada a promover el deporte se ha visto hundida en la porquería porque su modelo de gestión era como el de Guatemala, es decir sin control ni fiscalización y, peor aún, con abundante vista gorda para dejar pasar cualquier corruptela.
En ese sentido cuando hablamos de las reformas necesarias, ninguna tan urgente como el diseño de un nuevo mecanismo de control que sustituya a la inefectiva y nula Contraloría General de Cuentas de la Nación que es no sólo una patraña, sino que funciona literalmente como parapeto para los corruptos porque fuera de uno que otro caso contra empleados menores, nunca se ocupa de los grandes casos.
Es de establecer un pequeño grupo de expertos en auditoría para revisar los procedimientos que se siguen en otros países y copar aquello que nos pueda servir en Guatemala. No vamos a inventar el agua azucarada porque, entre otras cosas, vamos a años luz de distancia de los países que tienen efectivos programas de fiscalización y control. Pero si podemos realizar un estudio comparativo de la legislación de otros países para encontrar elementos que nos permiten crear un órgano de control y fiscalización que rompa con esa indiferencia criminal que mantienen los que pasan por la Contraloría.
Las técnicas de la corrupción han variado mucho y de aquellos tiempos en los que los gobernantes se enriquecían con los confidenciales hasta los actuales hay enormes diferencias. Las maneras en que se lava el dinero, cómo se opera con pagos que se concretan en el extranjero, la farsa de los contratos abiertos, las compras por emergencia, las concesiones del Estado, los contratos para generar deuda flotante, los fideicomisos y las privatizaciones son apenas muestras de cuánto ha cambiado la forma de robarle al pueblo.
Si los países ricos cuidan los recursos públicos y tienen entidades contraloras puntillosas para detectar anomalías, cuánto más un país pobre con escasos ingresos al fisco para cubrir las enormes necesidades de un notable rezago social. Hay Contadores y Auditores de prestigio que pueden hacer este estudio de la legislación comparada y proponer alternativas para que el erario deje de ser esa arca abierta en la que hasta el justo peca.







