Fernando Mollinedo C.

En Guatemala el sistema electoral está diseñado para sí mismo, alimentado por un caudal de recursos dinerarios calculados en millones de millones inagotables, públicos y privados, sean estos legales o ilegales, destinados a mentirosas campañas democratizadoras de ilusionistas del engaño y la hipocresía.

Los partidos políticos son desde hace muchas décadas, los abyectos guardianes políticos al servicio de la oligarquía y transnacionales, legisladores y funcionarios ensimismados en su yo egoísta, sin el menor interés por el bien común, atentos por convicción a fortalecer una clase política engreída, ignorante y corrupta, como inagotables dispensadores de promesas incumplidas, pero manejados cual títeres humanos por los verdaderos amos del país.

Ahora, desvelado el sistema de gobierno de corruptos y corruptores en esta Guatemala de patriarcas, consumidos por la ambición que los envilece con programas dispendiosos sin referente social, vuelven a la palestra política para su reelección y seguir cuatro años más, esquilmando a este país con vastos recursos cuyos productos no alimentan al necesitado, ni visten a la población.

La campaña electoral exalta las desconocidas dotes de honradez, justicia y conocimiento de los posibles gobernantes, invita a votar para presidentes, diputados y alcaldes haciéndonos sentir como un ejemplo de ciudadanos importantes para ir a las urnas y formar parte de esa estructura electoral que los eligió para esos puestos en acatamiento a los intereses personales y de partido que les dará la oportunidad de hacerse millonarios con el erario.
Guatemala no cambia, sigue siendo un país en perpetuo intento de desarrollo humano integral, para entrar a la modernidad; somos un país con instituciones debilitadas donde la ley es selectiva, la justicia tiene precio y los funcionarios corruptos y ladrones son procesados PERO NO DEVUELVEN LO HUEVEADO.

Miles de compatriotas tratan de encontrar la razón de su vida, convertidos en miserables mendigos del Gobierno que los volvió parásitos al “obsequiar” bolsas solidarias e inseguras, bonos escolares que sólo dieron una vez, fertilizante entregado fuera de temporada, programas de combate a la pobreza, pero de los propios funcionarios convertidos en millonarios, inventando nuevos diseños mercadológicos para que progresen de forma solidaria y segura con la cara dura de la impunidad?

La política, en su sentido científico y práctico, debería ser un instrumento del bien común, pero aquí no lo ha sido debido a la pasividad y miedo de la sociedad hacia sus gobernantes tiranos militares por excelencia y algunos civiles; ese concepto de resignación rige la conducta diaria; estimulada por el consabido “no te metás en babosadas, porque te van a quebrar el cu…erpo”, somos una sociedad egoísta que solo se indigna cuando es víctima de la violencia selectiva, la delincuencia común, organizada y gubernamental.

Una sociedad que desee buen gobierno, debe ser crítica, exigente, pedir cuentas de lo que hacen y dejan de hacer quienes manejan las finanzas públicas y disponen de nuestros impuestos, pues en buena medida conducen el destino del país.

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