Juan Antonio Mazariegos G.

El día miércoles de esta semana fue cobardemente asesinado Francisco Palomo Tejada, abogado y notario, querido u odiado, seguido u objetado, simplemente una de esas personas que jamás pasarán desapercibidas por la vida.

No era mi amigo, tampoco mi enemigo, simplemente coincidimos en más de una ocasión alrededor de una mesa en la que a veces la profesión nos ponía del mismo lado o en contra, aunque siempre con la certeza de tener al lado o en frente a un estupendo abogado que podía realizar un análisis inmediato de una situación procesal, encontrar rápidamente el camino más corto entre dos puntos distantes o bien contar un buen chiste para romper el hielo en la mesa.

Entiendo perfectamente que la muerte de Francisco Palomo es tan importante y repudiable como la de cualquier otra persona de esas que integran la interminable lista de decesos por hechos de violencia en nuestro día a día, sin embargo, me detuve a pensar en lo importante que es para un país como el nuestro el que hayan más personas como él. Dirigió la defensa de Efraín Ríos Montt, sin duda el caso sobre el que más se ha escrito en Guatemala y que más la ha polarizado, defendió a Alfonso Portillo, fue abogado de importantes grupos empresariales del país, fue Magistrado de la Corte de Constitucionalidad en una de sus épocas más cuestionadas, se sentó como abogado defensor en algunos de los casos más mediáticos que la justicia penal haya conocido en Guatemala, con o sin la opinión pública en contra y cuando menos yo, nunca lo vi arrugarse.

Se podrá estar de acuerdo o en desacuerdo con sus ideas, se lo podrá criticar por sus acciones o cuestionar qué le impulsó a defender determinadas causas, al final, estimo, se debe de respetar y valorar el que se haya mantenido firme en sus actos y sus convicciones, no todo el mundo puede presumir de ello en su vida.

En medio de este caos en el que vivimos que se asemeja a un péndulo que oscila de un lado a otro, donde todos actúan impulsados por el que dirán, buscando congraciarse con la opinión de los demás y sin que abunde la objetividad, es de agradecer que existan personas que mantengan sus principios, sin que importe que sean iguales a los del vecino o no. El foro guatemalteco ha perdido un gran abogado, mis respetos licenciado Palomo y mi más sentido pésame para la familia.

Artículo anterior¿Se puede suspender o posponer las elecciones?
Artículo siguienteSigilosamente al margen de la crisis