María Eugenia Mijangos Martínez

Uno de los factores que conspiran contra el desarrollo democrático de Guatemala es la persistencia del ejercicio verticalista y autoritario del poder, el cual a mi criterio como lo hice ver en anterior artículo, obedece a varios factores, entre ellos: la herencia colonial, la época de dictaduras civiles y militares que han signado buena parte de nuestra vida política y también al machismo fruto de la cultura patriarcal.

Y sostengo que conspira contra nuestro desarrollo democrático, porque en la medida que hombres y mujeres de Guatemala, aceptemos o ejerzamos este tipo de poder, la sociedad entera lo está recreando y reproduciendo constantemente, contribuyendo a evitar de una forma eficaz la evolución democrática de Guatemala.

En relación a la reproducción de ese estilo autoritario de poder y la superioridad del varón sobre la mujer, siempre se ha dicho que las mujeres somos las responsables de esto, puesto que tradicionalmente está a cargo de nosotras la educación de los hijos, esto obedece a que las mujeres al igual de los esclavos, reproducen la ideología del varón y del amo, es decir del que domina. Sin embargo, aquí es necesario remarcar que esto también tiene que cambiar, puesto que tanto hombres como mujeres actualmente somos en igual medida responsables de la crianza y formación de nuestros hijos.

Para comprobar el enraizamiento de la cultura patriarcal, basta ver la forma como en los diferentes ámbitos de la sociedad empezando por la familia, todavía se sostienen viejos resabios del “pater familias” del derecho romano, figura legal mediante la cual la ciudadanía y la autoridad era únicamente privilegio del varón padre de familia, y el resto de miembros de la misma se encontraban supeditados a su mando. Esto aunque parezca extraño fue trasplantado del derecho romano a los países en donde predomina la cultura occidental y el derecho escrito, y es así como todavía existen figuras en nuestras legislación que recrean este poder, como ejemplo el capítulo referente a la familia y el matrimonio, en el que con anterioridad a la reforma del Código Civil, establecía al varón como “jefe” del hogar, administrador del patrimonio doméstico y otorgándole el poder de oponerse a que su esposa trabajara fuera del hogar, “si descuidaba el trabajo doméstico”.

A criterio de la autora Rosa Cobo Bedía Hobbes, Locke y Rousseau, al defender la idea de que la sociedad tiene su origen en un pacto, no sólo cuestionan el esquema social y político medieval sino que proponen la reconstrucción de las relaciones sociales y de las instituciones, teniendo como objetivo, reconstruir las relaciones entre hombres y mujeres, padres e hijos, amos y siervos y gobernantes y súbditos.

Por lo que de acuerdo a Cobo, estas cuestiones, por tanto, nos remiten inevitablemente al problema del origen del poder: ¿cómo se regulan las relaciones de poder en la sociedad? , agrega que desde la hermenéutica de género, Hobbes, Locke y Rousseau reflexionaron ampliamente sobre las relaciones entre los sexos y sobre el matrimonio y excluyeron a las mujeres de la vida pública, por lo que según ella, en las obras de estos autores deben buscarse los orígenes del patriarcado contemporáneo y de la exclusión de las mujeres de la democracia.

Agrega la autora citada, que la exclusión del poder de cualquier colectivo social requiere argumentaciones convincentes acerca de esa exclusión, y que a criterio de ella, Hobbes, Locke y Rousseau, como defensores de la idea moderna de que todos nacemos libres e iguales, no podían excluir a las mujeres de esos conceptos políticos sin justificarlo adecuadamente. La legitimación, como siempre en estos casos, hubieron de buscarla en la ontología, decidiendo que la constitución de la naturaleza femenina colocaba a las mujeres en una posición de subordinación en todas las relaciones sociales en que participaban. Como señala Genevieve Fraise, «todo período de conmoción política vuelve a cuestionar la relación entre los sexos a través de la reformulación de lazo social en su conjunto». Esta redefinición es al mismo tiempo un análisis de la naturaleza de cada sexo y una reinterpretación de la diferencia y, por tanto, de la relación.
Continuará…

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