Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

Acabo de ver y escuchar por la televisión una plática de un sacerdote español residente en Uruguay que comentaba que no había oído alguna opinión contraria a la manera de pensar del Papa Francisco. Al contrario, decía, todo el mundo comenta su sencillez de expresión, pero no por ello dejan de tener una gran profundidad cada uno de sus pensamientos, sin embargo, terminaba diciendo el sacerdote en referencia, lo malo está en que no siguen sus consejos ni sus recomendaciones. Esta misma semana el Papa pidió al Parlamento Europeo en Estrasburgo una Europa que no se gire en torno a la economía sino a la sacralidad de la persona humana. Algo similar ha venido sucediendo en nuestro medio. Nuestros políticos en campaña electorera se llenan la boca con promesas y ofrecimientos, pero a la hora de ejecutar sus políticas públicas siguen en las mismas, dando muchos besitos en el cachete y bolsas con alimentos que si mucho duran una semana. ¿Y de los servicios hospitalarios qué hubo? ¿Qué hay de los planes de vivienda, de eficaces programas educativos o de agua potable?

Llevamos rato de comprobar que la tantas veces mentada sensibilidad social se perdió por completo. La Procuraduría de los Derechos Humanos acaba de informar que de 44 hospitales nacionales monitoreados durante el mes de octubre, en 36 sigue el desabastecimiento de medicinas e insumos indispensables, como el pago impuntual de salarios a su personal. Mientras tanto, consta a todos que a diario se sigue asegurando que se trabaja en provecho de nuestra sociedad. ¿Qué será más urgente, brindar una eficiente atención en los servicios de salud o contratar a dos militares de alto rango para que asesoren al recién nombrado ministro de Salud? ¿Para eso querrán que se apruebe el presupuesto que de antemano está desfinanciado y por ello se va a seguir endeudando más al país?

Hay palabras dichas en los mensajes de nuestros políticos que calan hasta la médula porque demuestran una ausencia total de sensibilidad social, ¿cómo podrá interpretarlas el ciudadano común y corriente cuando le aseguran, por ejemplo, asumir el “compromiso de fortalecer la calidad del gasto, la transparencia y la lucha contra la corrupción” cuando consta que no hay gasolina para las patrullas policíacas pero sí para que los guardaespaldas de funcionarios y dignatarios anden de arriba para abajo? ¿Cómo se podrá seguir sintiendo la población cuando no puede llevar a sus hijos a un hospital para que les atiendan sus padecimientos o cuando no hay cupo en las escuelas por falta de recursos, pero sí los hay para seguirlos derrochando en alimentos y bebidas de los encopetados políticos en el poder?

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