Raymond J. Wennier

La credibilidad de una persona no se ve ni se toca y sin embargo, sí puede “sentirse”. La credibilidad de una persona, es la capacidad de ser creído.

Un líder, el CEO de una empresa, un gerente, un director y todos aquellos que tienen a su cargo personas, tienen que tener credibilidad para poder formar un equipo o una organización. El equipo es esencial, hoy nadie puede hacer todo solo. Creo que estamos de acuerdo.

Hace años, siglo pasado, mi papá me enseñó que “dar la mano” para sellar un negocio era sagrado, igual que dar la palabra. Era inconcebible no cumplir los compromisos. Así se hacían las cosas en ese entonces, eran valores aceptados y compartidos por las personas. En lo personal he tenido la experiencia de gozar de ese tipo de trato sin vacilar. La persona con quien trataba, tenía mi confianza y yo la de él, había credibilidad mutua porque sabíamos que ninguno de los dos iba a fallar. Nunca existió contrato o escritura ante abogado.

Otro valor que no puede faltar en una relación, es el respeto. Si no me respeto, es imposible respetar a otros. Tal vez es por eso que vemos variaciones a las “reglas” en muchas relaciones.

Un ejemplo en las noticias en Estados Unidos, es sobre el Profesor de MIT, Jonathan Gruber, el arquitecto de “Obama Care”, el seguro ofrecido a personas que no tienen seguro, a un precio más bajo. Es del conocimiento público, que hubo engaño y falsedades en la presentación de dicho plan, admitido por el mismo Señor Gruber. El Profesor ha tenido contratos millonarios con otros Estados para crear programas de salud. Sin embargo, a raíz de esas noticias confesas, varios de esos estados han cancelado los contratos con él. Eso es, nada más y nada menos, pérdida de credibilidad.

Lo mismo sucede cuando un líder no cumple sus promesas, también pierde la credibilidad. Lo hemos visto recientemente a nivel mundial. Las personas o naciones, sencillamente no tienen confianza en el “líder” y no están dispuestos a apoyarlo o acuerparlo, perdió credibilidad.

Las falsedades expresadas o usadas para lograr un objetivo, no es crear credibilidad personal, es únicamente faltar a la honestidad manipulando la verdad a conveniencia, haciendo promesas que saben que no pueden cumplir, eso simplemente se llama mentir.

Cuando las personas u organizaciones creen en las promesas ofrecidas y luego ven que no las cumplen, dejan de creer, ya no hay credibilidad; sucede a menudo con políticos, negociantes y organizaciones sociales. Alteran la verdad a su conveniencia para favorecer un fin específico; no mantienen los valores base de la credibilidad. ¿Cómo llamarlo? ¿Corrupción “idearia” (pensar en cómo engañar y en la forma de hacerlo)? Ya no se cree en lo que dicen y hacen esas personas, ya no pueden influenciar ni gozan de la confianza de aquellos a quienes engañaron.

La credibilidad se gana, no se le compra con mentiras, engaños y promesas no cumplidas.

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