Oscar Clemente Marroquín
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Tras una metida de pata de ese tamaño ahora es fundamental para ellos marcar distancia, alejarse del oficialismo para que la gente no recuerde el efecto funesto que tuvo su componenda y por ello es que están enfrascados en lograr una Junta Directiva del Congreso que deje fuera a los diputados del oficialismo. Para el país ello no tiene repercusiones en realidad importantes porque el Congreso es el Congreso y ya sabemos cómo es que al final de cuentas se mueven allí las aguas.
Lo que se evidencia es que nuestra clase política es mucho menos que mediocre, puesto que hasta el más atarantado de los políticos entendería que lo que hicieron los oficialistas la semana pasada movilizando a sus huestes mixqueñas fue un gravísimo error que al final les ha de pasar factura.
Y para los ciudadanos, en medio de todo, esto no es más que un poco de circo para entretener a una opinión pública poco exigente que no anda con reclamos serios para poner en su lugar a los políticos. La gente habla y cuestiona el comportamiento de nuestros dirigentes nacionales, pero todo se queda en las habladurías de corrillos que no tienen ningún efecto para provocar cambios y exigir que adopten actitudes diferentes.
Mientras eso pasa en el Congreso y nos entretenemos con los dimes y diretes entre los diputados y las babosadas que hablan los candidatos presidenciales, en la Corte de Constitucionalidad se está cocinando una resolución que puede ser funesta para la justicia en el país y que nos amarra al sistema de la impunidad que es el origen de todos los males que sufrimos como República. Corren rumores muy fuertes de cómo se están movilizando los factores de poder para aprovechar veleidades en la Corte a fin de llevar agua a tormentosos molinos que persiguen hacer un escudo infranqueable para que la justicia no ose, siquiera, poner los ojos en quienes han participado en el saqueo del país.
Por ello es que se viven circunstancias difíciles y especiales que nos debieran hacer estar atentos, porque es mucho lo que está en juego.
Yo pienso que la apuesta del oficialismo y de los sectores de poder oculto está en que nuestra indiferencia secular sea el manto para apañar todo lo que quieran hacer. La apuesta no es insensata y falta ver si al final de cuentas nos sacudimos esa sangre de horchata para exigir y reclamar mínimos de decencia.