Javier Estrada Tobar
jestrada@lahora.com.gt

Desde el principio me pareció que la entrevista tenía potencial; primero porque demostraba el valor y el compromiso de una guatemalteca con su trabajo, y segundo, porque resaltaba la solidaridad de una organización no lucrativa con un pueblo africano, afectado por la pobreza y la ignorancia, como ocurre en Guatemala.

Lo que vino después de la publicación todavía no deja de sorprender, y es que una delegada del Ministerio de Salud llamó a la Redacción de este diario, con un tono poco amable, para criticar nuestra “irresponsable” decisión de establecer contacto con una persona proveniente de un país donde actualmente existe un brote de ébola.

Inmediatamente esa persona nos exigió que diéramos toda la información de la activista, a lo cual respondimos de forma negativa, por lo cual insistió en una segunda ocasión por correo electrónico, y reiteramos nuestra postura, pero le sugerimos que la contactara en la sede de la organización.

Debo aclarar que actuamos con la responsabilidad del caso, pues la periodista que hizo la entrevista solo se acercó a la activista cuando ya había pasado el tiempo establecido para descartar el contagio, es decir, 21 días sin que se mostraran signos ni síntomas de la enfermedad.

En ese tiempo la trabajadora humanitaria fue monitoreada y siguió los protocolos de sanidad que se establecen en estos casos, como una segunda medida de seguridad, pues ya había pasado por todos los controles en Londres, a donde llegó procedente de Sierra Leona, antes de regresar a Guatemala.

Lo que quiero resaltar de este caso es que el Ministerio de Salud solo se enteró de la llegada de una persona proveniente de Sierra Leona por la entrevista de La Hora, lo que nos da a entender que su llegada había pasado desapercibida por las autoridades.

Cuando hablé por teléfono con la delegada del Ministerio de Salud le recordé que es esa cartera la responsable de establecer controles, junto con la Dirección General de Migración, para evitar el ingreso al país de personas que representan riesgos para la sociedad, y no una obligación de los medios de comunicación hacer las investigaciones de cada ingreso.

La ineptitud que salió a luz en este caso es lo que realmente me preocupa, porque queda en evidencia que si no hay un contagio de ébola en Guatemala, sí puede ocurrir con cualquier otra enfermedad porque no hay un estricto control de sanidad en los aeropuertos y las autoridades no saben cómo reaccionar ante las potenciales amenazas.

Como ya sabíamos, la activista y la periodista se encuentran muy bien de salud, pues se tomaron las precauciones del caso, pero lo que no se soluciona todavía es la ineptitud de las personas que están a cargo de nuestra seguridad, y que no tienen la mínima idea de cómo hacer su trabajo.

Ahora veo que el virus de ébola no es tan serio como el brote de ineptitud en las instituciones públicas.

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