Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Pero lo que quiero referir es que uno se queja de lo vacío y sucio de la política en Guatemala, pero cuando uno se pone a seguir detenidamente la campaña electoral norteamericana y ve los anuncios que saturan todos los programas de radio y televisión, se da cuenta que no hay en absoluto propuesta sino toda una serie de ataques y golpes bajos. No se trata de elegir al candidato que haga el mejor planteamiento para resolver los problemas de la población, sino al que salga menos manchado con la ola de ataques de los comités de acción política conocidos como “Super PAC” que son entidades surgidas en el 2010 cuando una decisión de la Corte Suprema de Justicia se negó a regular los gastos de campaña y abrió la puerta, con base en el derecho de todos a la libre expresión, a que se montaran esas organizaciones que no representan oficialmente a ningún partido, pero que se convierten en el motor de las campañas moviendo cantidades millonarias en los medios de comunicación.

A lo largo de esta campaña no se ha podido escuchar ninguna propuesta seria, por ejemplo, de los candidatos a Gobernador del Estado de Florida ni de los que compiten por otros cargos en diferentes estados, porque todo está centrado en el desprestigio, en ataques bajos y sucios de uno a otro como característica esencial de la política del país que se presenta al mundo como ejemplo y modelo de la democracia.

Los norteamericanos y sus dirigentes tienen la idea de que están llamados a dirigir el mundo y a imponer a todos su modelo que consideran ejemplar. Todas las intervenciones militares de Estados unidos son para impulsar la democracia en los más remotos lugares del mundo y así fue en 1954 en Guatemala cuando se les antojó botar a Árbenz, y fue en Irán cuando sentaron a puro tubo al Sha, en Irak cuando derrocaron a Hussein bajo la falsa acusación de haber causado los ataques en septiembre de 2001 y en una enorme lista de acciones que hasta el día de hoy son el eje de la política exterior norteamericana. Yo tengo serias dudas de si lo que se está viviendo en Estados Unidos es una verdadera democracia o si, como pasa con nosotros, son los grupos de poder económico los que mediante fuertes inyecciones en las campañas políticas se convierten en los verdaderos dictadores que anulan por completo el sentido de la representación popular.

El día de las votaciones, el ciudadano no llega con una agenda clara de lo que proponen los candidatos, sino con una larga lista de señalamientos, falsos o verdaderos, pero sucios al fin de cuentas, que tienen la única intención de desprestigiar al adversario y eso no puede ser verdadera democracia.

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