Juan de Dios Rojas

Todo apunta a que la organización en base a la debida planificación marcha sobre ruedas por parejo, ajena a una que otra región distinguida como pieza importante y clave en el enredado campo de la política partidista, Si ello obedece al encomiable afán de por fin hacer un alto al panorama actual casi el desierto desastroso, destructor acérrimo de bosques y similares.
En cálculos optimistas, indican en medio de la euforia respectiva, cubrirá el sobresaliente plan concebido un aproximado de 6 millones de especies forestales diversas. Tiempo de sobra hace que la deforestación tiene vida en la totalidad de comunidades del entorno patrio. Común y corriente resulta el caso que la sierra eléctrica obra sin misericordia ni lástima.
El paso de camiones acarrea sin piedad infinidad de metros cúbicos de madera preciosa, hacia rumbos destinados a procesarlas, cuándo no, a enviarlas directamente al exterior, sobre todo a países vecinos. Los dominios o poderes del dinero hacen cuanto les viene en gana, a sabiendas de tener el campo libre. De consiguiente, tomando en consideración eso y mucho más bajo escotilla.
El sector Educación, bajó la guardia, ni por asomo las instituciones bajo su cuidado ya olvidaron celebrar el Día del Árbol, tampoco sembrarlos cada plantel. En torno al mismo contamos con un himno, igual de olvidado. Dicen algunos de sus reglones poéticos; “loa al árbol, señor de la estrofa, por qué tiene designios de Dios”… Formulamos votos en favor del proyecto.
Alamedas históricas que oxigenan nuestra urbe chapina aún dicen ¡presente! Las autoridades ediles en épocas señaladas en forma positiva tienen en su haber loable, el cuidado de atender la floresta que priva en beneficio de la población. En ese orden de ideas, cuando el mencionado proyecto de una reforestación masiva, constituye retrotraer a la mente su función ejemplar.
A todos consta el crecimiento poblacional capitalino, sin embargo no en el sentido de que sus habitantes rescatan a tiempo la triste situación rayana en estar ya a punto de convertirnos en el fatídico desierto que endosa sequía terrible, insalubridad debido a la violencia, impunidad y restantes situaciones adversas. Deseamos la valiosa colaboración general.
Al menos desechan la pésima costumbre de inconscientes, quienes al caminar junto al arriate central, donde algunos arbolitos pugnan por crecer. Gente desaprensiva les comen las manos por la crueldad de cortar las ramitas de los plantados tiempo atrás. No implica sacrificio demostrar la cultura forestal. Suponemos que las especies planificadas: pino, ciprés, serán.

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