Dice la Fiscal General que presenten las pruebas, como que si alguien sabe que se cometió un asesinato tuviera que llevar el cadáver. Si al Ministerio Público no le bastan las pruebas que se han presentado durante todo el proceso, es porque la chamarra que los tapa no los deja ver.

Hace unos meses, la crítica fue contra otro magistrado que de manera diferente manifestó su intolerancia a ser utilizado en esos macabros juegos que caracterizan el ejercicio del poder. En aquel entonces, todos los críticos aducían que hubiera sido mejor renunciar públicamente como lo hace ahora la doctora Escobar. Se trataba del magistrado de la Corte Suprema de Justicia César Crisóstomo Barrientos que estaba entre su batalla por institucionalizar la justicia y enfrentando el chantaje de un hijo procesado. Fueron tales las presiones que decidió terminar con su vida antes que ser herramienta de estos mismos que ahora son denunciados.

Pero cuando se hace la renuncia públicamente, tampoco es suficiente. Y no lo es porque, como hemos dicho permanentemente, la ciudadanía es la culpable de ver pasar las cosas sin que haya capacidad de indignarse, escandalizarse y sentir ese llamado a luchar por un cambio. ¿Quién se recordaba de las situaciones que denunció y batalló César Barrientos antes de la renuncia de la magistrada Claudia Escobar? ¿Qué haremos para que no se nos olvide este acto de valentía y decencia?

De igual manera, se olvidará a los presidentes de las Comisiones de Postulación, los diputados, operadores, etc. No digamos a los ya pintados de cuerpo entero magistrados de la Corte de Constitucionalidad que han sabido sacarle el jugo a sus puestos porque son buenos administradores de intereses.

Nos urge un arranque de dignidad en Guatemala tal y como lo ha enseñado Escobar Mejía. Podemos dejar que pase el agua bajo el puente o podemos detenernos y utilizarla para un beneficio a largo plazo. No habrá muchas oportunidades de sacudir las estructuras que nos mantienen dominados. Esta es una de ellas y no debiéramos dejarla pasar porque no volveremos a tener una igual, ya que se requiere de valor, entereza y gran sentido de ciudadanía.

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