Miguel Saquimux Contreras

En lo que va del año, se estima que por lo menos 70 mil personas han ingresado ilegalmente a Italia –la mayoría proviene de países africanos–, constituyendo así una cifra récord en lo que a migración respecta. En el continente americano el país de atracción por excelencia es sin duda los Estados Unidos de Norteamérica –EUA–, país que en la actualidad calcula que posee por los menos entre 12 y 13 millones de extranjeros sin papeles, mismos que les permitan residir en este país.

Al hablar del caso estadounidense, llama la atención saber que poco más de la mitad de estos extranjeros ilegales son mexicanos, posicionándose después los centroamericanos, especialmente los individuos que llegan desde el denominado triángulo norte, integrado por Guatemala, El Salvador y Honduras. Si nos desplazamos al sur del continente también encontraremos similares casos, pero en esa situación se identifican otras zonas de atracción correspondientes a esas áreas de expulsión.

Al tratar de llegar a algo más concreto, analizando lo que acontece en la vida nacional, siempre con el tema de la migración, pero ahora a un nivel interno, se encuentran varias situaciones muy interesantes. Antes que nada, debe aclararse que los mayores flujos migratorios que se manifiestan, son los que fluyen de las áreas rurales a las áreas urbanas, pero específicamente la masiva migración hacia la zona metropolitana.

Entonces, se sabe que las personas están abandonando el campo, lo que significa que el problema en el sector agrícola cada día se encuentra más crítico, y es por ello que la población rural está decreciendo de una manera muy significativa. Pero, para entender este fenómeno debe revisarse la estructura agraria del país, y la evolución que ésta ha tenido en las últimas décadas, en donde los datos que caben resaltar son los relacionados con el fenómeno de la atomización de la tierra.

Para comprobar el fenómeno de atomización de la tierra en el agro guatemalteco, debemos remitirnos a este proceso que crece rápidamente desde los años cincuenta. Cuando se hace una comparación de la situación de esa ya lejana década con el último dato registrado en 2003, se comprueba que en 53 años el número de microfincas ha aumentado en 400%, es decir que la misma superficie de tierra se ha dividido en varios propietarios, generándose de esta manera una tremenda dificultad para adquirir los satisfactores mínimos.

En conclusión, los flujos seguirán, y al parecer cada vez serán más intensos, porque las áreas de expulsión se encuentran en situaciones desesperadas. De no atacarse la problemática de una manera integral, es poco lo que se podrá contener, porque, las personas siempre estarán dispuestas a arriesgar su existencia si es posible, con el objetivo de encontrar mejores condiciones de vida.

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