Sin seguir el orden del tiempo, podemos mencionar que la conferencia de prensa en la que el comisionado Iván Velásquez demostró el papel que están jugando los miembros de las Comisiones de Postulación más el perfil de algunos de los jueces y magistrados que están siendo impulsados por los controladores reales de la justicia, vino a poner con peso y claridad el elemento de la transparencia que se ha quedado tirada y olvidada con intención por parte de quienes, con el descaro del señor Félix Serrano y su grupo de porristas, están imponiendo el listado con el que garantizarán el control de las instancias de justicia para el próximo período de administración de justicia.
Y con la acusación contra tres jueces y un magistrado queda claro que las decisiones judiciales muchas veces quedan en manos de personas comprometidas en los procesos. Llama también la atención que la Fiscal General se haya limitado a pedir que la CICIG presente los antejuicios contra los jueces porque parece que se quiere lavar las manos en lugar de haber aprovechado que la fiscal Thelma Aldana recién ha presidido la Corte Suprema de Justicia y tendría que entender el nivel de corrupción que hay en la justicia y empezar a perseguirlo con energía.
La Vicepresidenta, Roxana Baldetti, sale a justificar una publicación electrónica contra un medio escrito, diciendo que está cansada de que se le ataque. ¿Es acaso que ahora la ley es de ojo por ojo y diente por diente? Si el medio en cuestión ha cometido algún exceso, la ley establece los procedimientos para hacerle frente. En ninguno de ellos dice que hay que “defenderse cada quien con su propia ley”.
El reo Byron Lima ha dicho con mucha determinación que no es conveniente que la CICIG continúe en el país porque va a parar persiguiendo a quienes están ejerciendo el poder en la administración actual. Y claro que el hecho de que se quede no puede estar amarrado a una negociación para que haya algún privilegio.
Pero, en resumen, todos estos actos demuestran que somos un país que no está listo para atravesar la calle solo, que sí necesita gendarmes para evitar que los comerciantes de la justicia la sigan vendiendo mientras que, el resto, seguimos padeciendo la impunidad en que se vive.