RICARDO ROSALES ROMÁN
\ Carlos Gonzáles \
Son muchos los daños que Monsanto le ocasiona a la humanidad. Sus elevadas ganancias y utilidades que acumula las consigue con las semillas Terminator y los 12 productos “cáncer” a los que Contrainjerencia, en detalle, enumera y analiza, con base en una lista certificada por organismos mundiales.
Empezaré por referirme a las semillas Terminator y, además, a los cultivos genéticamente modificados.

En las postrimerías de los años 90 del siglo pasado, Monsanto empezó a desarrollar una tecnología a fin de “producir granos estériles, incapaces de germinar”. Son las denominadas semillas Terminator. Su utilización obligaba a comprarle a Monsanto, cada año, nuevas semillas. Los agricultores ya no podían “guardar y utilizar las semillas de sus cosechas” como lo venían haciendo desde hace siglos. Afortunadamente esta tecnología fracasa en el mercado y, aunque es un fracaso parcial, es una gran suerte para la agricultura: las semillas estériles resultaron siendo susceptibles a la polinización cruzada y pudieron haber contaminado cultivos y bosques en todo el mundo.

Monsanto comienza a producir en 1990 los cultivos genéticamente modificados OGM/GMO/GM, una especie de “empalme” en genes de maíz, algodón, soja y canola. De esta manera es como produce “un pesticida generado internamente” y resistente al herbicida RoundUP. Consigue, a su vez, que las plantas envenenen a insectos y mamíferos que las comen. Esta transgénesis se encuentra, además, en papas, naranjas, tomates, lechugas, peras, sandías, verduras, hierbas, frutas y vegetales.

Durante mucho tiempo Monsanto insistió en que con los cultivos genéticamente modificados se lograría “alimentar al mundo”, disponer de más nutrientes, que eran resistentes a las sequías, y que con su uso se obtendría un mayor rendimiento. Nada resultó cierto. Los cultivos genéticamente modificados no “alimentan al mundo”, son causantes de cáncer, no son en nada nutrientes (“no alcanzan ni un 10% de los nutrientes de los alimentos orgánicos”), tampoco son resistentes a las sequías y su rendimiento es menor: encarecen la producción agrícola.

Es bueno que se sepa que “las semillas diseñadas para tolerar el RoundUP (herbicida al que me referiré la semana entrante), transforman los ‘alimentos’ en armas mortales para la humanidad”. Los agricultores que ya han empezado a utilizar estos químicos “se ven obligados” a usarlos cada vez más “debido a la proliferación de súper malezas que evolucionan desarrollando resistencia al RoundUP”.

Además, el RoundUP y los cultivos modificados genéticamente “no son beneficiosos ni seguros. El viento y las abejas transportan mutaciones genéticas a la naturaleza salvaje, comprometiendo el ecosistema global. Muy pronto todas las plantas serán transgénicas” (http://www.contrainsurgencia.com/?=92514). Continuará.

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