Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

De ahí que me haya causado tremenda envidia saber que las dos ciudades La Paz y El Alto de Bolivia hayan sido motivo de preocupación para sus autoridades por el enorme volumen de personas que necesitan movilizarse y porque el servicio público que venía prestándose no se diferenciaba mucho del nuestro por lo sucio, sobrecargado, inseguro y por la grosería que sus choferes ofrecían a los usuarios. Lo más destacado de la noticia consistió en que el presidente Evo Morales, quien había ordenado la construcción del exitoso sistema teleférico empleado recientemente puesto al servicio de los lugares antes mencionados, había dispuesto instalar cinco líneas más. Muchos se preguntarán ¿por qué teleférico? Pues porque aunque muchos prefieran los vagones más cerca del piso, en la ciudad de La Paz, la que se desparrama por laderas de un empinado valle, resultará más beneficioso por diversos sentidos haberlo hecho prácticamente en el aire, en vez de utilizar las vías de comunicación ya de por sí tremendamente congestionadas.

Para ninguno es un secreto que Bolivia es el país más pobre de Sudamérica, así que realizar proyectos de gran envergadura como este, no es misión imposible para países también en situación económica difícil como el nuestro, puesto que lo más importante radica en la honestidad y decisión política y organizativa de quienes hayan recibido el mandato de conducir al país por el sendero del progreso y desarrollo. Si bien es cierto que pensar en grande todavía se considera una práctica ambiciosa, si se buscan honestamente los caminos adecuados, más fácilmente se podrá lograr eliminar cualquier barrera que se ponga enfrente. ¿Por qué no empezar en Guatemala a estudiar y proponer diversas opciones que podrían solucionar si no todos los problemas, al menos el que reviste mayor importancia en el centro motor de nuestro país es el tránsito de vehículos?

Artículo anterior¿Qué importa en Guatemala?
Artículo siguienteApelar a la ley, cuando conviene