Javier Estrada Tobar
jestrada@lahora.com.gt

Envejecer con dignidad no debe ser un privilegio, sino un derecho garantizado por el Estado y acuerpado por la sociedad civil, que debe reconocer el esfuerzo de los que han trabajado durante toda su vida.

Algo que me quedó claro esta semana es que los guatemaltecos debemos pensar en el descanso y la jubilación como una prioridad en nuestras vidas, aunque el gran problema de hoy es la “productividad”.

Cómo producir más y mejor, es el dilema que les roba el sueño a muchos. Y claro, entiendo que es muy importante, pero también es muy significativo pensar en las personas que fueron productivas en el transcurso de su vida y ahora se merecen un descanso.

Y si, ya se sabe que los niños y los jóvenes son el futuro de Guatemala. Por algo es una de las frases más repetidas (y más ignoradas también), pero no por eso debemos dejar de volver la vista a nuestro pasado y a quienes ahora tienen que cambiar la vida laboral por el descanso.

Hoy, miles de guatemaltecos de avanzada edad trabajan en largas jornadas, como esclavos, para llevarse un pan a la boca, tanto en la formalidad como en la informalidad. Se les ve en las oficinas, restaurantes, hospitales y sobre todo en las calles, tratando de conseguir lo mínimo para subsistir.

La mayoría está en las calles vendiendo objetos, frutas o pidiendo dinero, gastando hasta la última gota de su energía para conseguir comida y si se puede, las medicinas que necesitan para poder mantenerse en pie.

¿Quién se ocupa de ellos? No hay una entidad que atienda como se debe a los adultos mayores.

En el Estado solo están a la vista los actos caritativos de algunas secretarías, que se jactan cada vez que entregan una silla de ruedas o medicamentos a los ancianos. Del lado privado hay organizaciones no gubernamentales que hacen todo lo que está a su alcance para dar cobijo a ancianos desamparados, pero al final son “invisibles” en nuestra sociedad.

Aumentar Q60 a las pensiones que reciben los “beneficiarios” del Programa de Invalidez, Vejez y Sobrevivencia del seguro social, como se anunció esta semana, no es la solución y parece una verdadera burla para los pensionados.

Ese supuesto beneficio es totalmente incongruente con las necesidades de las personas retiradas y con la realidad que afrontan a diario los guatemaltecos, que saben perfectamente que esa cantidad no es suficiente ni para vivir con dignidad un solo día.

El problema no solo pasa por el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, sino también por el Ministerio de Trabajo y Previsión Social, que tienen responsabilidad en las políticas públicas de atención a los adultos mayores.

En un sentido más amplio, la sociedad debería preocuparse también por las personas que no alcanzan la cobertura del Estado, y por ende su situación es aún más precaria. ¿Qué vamos a hacer por esos que ni siquiera tienen derecho a recibir una pensión?

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