Compartimos parcialmente lo que dice el presidente Otto Pérez Molina en su artículo en The Guardian porque estamos de acuerdo en que hay razones causadas por el mismo papel que los Estados Unidos jugó en el pasado reciente de nuestro país por medio de operaciones militares, control de inversiones y alta participación en el conflicto armado interno que nos costó miles de millones en falta de inversión en desarrollo humano y fortalecimiento institucional de un Estado que cuando no puede dar ni educación, menos podrá garantizar justicia.

Pero decimos que estamos parcialmente de acuerdo porque hay otras áreas en las que sí hay mucho que nosotros podemos dar un giro para que la historia se marque según las decisiones y compromiso de los guatemaltecos. Si el gobierno, por ejemplo, decidiera concentrarse en un frontal combate a la corrupción que implicara que los centavos, que tanto faltan, se van a utilizar únicamente en lo que es necesario y con la eficiencia que la situación del país amerita, sería un paso adelante que se podría ver acompañado de un fortalecimiento institucional que otorgue fortaleza a los ciudadanos.

Cuando en Guatemala empecemos a buscar oportunidades para otorgar vidas más dignas en lugar de discutir sobre la viabilidad de vivir con salarios de hambre a los que se les llama “mínimos”; cuándo dejemos de cubrir el dolor de la violencia al solo considerar a las víctimas como cifras y le pongamos nombres a ese dolor que nos debiera mover a buscar justicia; cuando estemos hartos de que un político nos venga a mentir en la cara mientras se burle de las leyes y entendamos que eso sucederá hasta que decidamos participar aun cuando solo sea manifestándole rechazo; cuando no dejemos que las comisiones de Postulación hagan su manipulación de la justicia, etc.

El guatemalteco no tiene compromiso porque parece que se ha perdido la esperanza. Han venido de izquierdas, de derecha, de gobiernos empresariales, supuestos socialdemócratas, etc. Lo que todos han compartido es que son gobiernos corruptos que no tienen intención de transformar Guatemala. Posiblemente la mejor razón de quedarse, es tener los pantalones de enfrentar el reto de cambiar a partir de la gente sin esperar a los políticos.

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