Dra. Ana Cristina Morales
La negociación es un proceso que implica retos, que se puede realizar si en verdad existe interés de encontrar una solución para las partes involucradas. Consiste en un instrumento civilizado, maduro de encarar los problemas o situaciones sin utilizar mecanismos que inviten al ejercicio de la violencia. Vista como una habilidad, resulta crucial su emprendimiento y aprendizaje en una existencia que tiene por característica primordial el acompañamiento de cambios.
En el transcurso de la vida todas las personas hemos tenido oportunidad de observar o de ejercitar la negociación. Esto incluye desde la perspectiva personal, familiar y social. Se considera que para iniciar este proceso es necesaria la colaboración de las partes y que ellas no se sientan acaloradas en tanto la discusión y la puesta de alternativas para encarar el desafío de obtener logros que les beneficien a ambas. En muchas ocasiones se pretende enseñar a que “todo es negociable”. Un tema que sin duda crea discrepancias.
Durante la negociación es necesario que las partes que asumen hacerlo escuchen con interés y respeto lo que cada una expone. Esto no significa que no tengan derecho al ejercicio de un pensamiento crítico, a cuestionar puntos específicos expuestos, a pedir aclaraciones y acuerdos que les sean convenientes estando conscientes que podrían obtener un no como respuesta. Evitar conductas agresivas es parte de lo que se denomina “conciencia de la negociación”.
Se considera que es necesaria la paciencia como aliada de este proceso y de alguna manera que durante el entendimiento entre las partes se tenga una conducta con expectativas de logro. Las concesiones que se realizan en éste son de carácter bilateral. Es decir, que cuando una de las partes otorga, es de esperar que la otra responda de la misma manera. Y es sugerente que se escuchen primero las ofertas antes de dar un sí o un no como respuesta. Que siempre será mejor que las partes cuenten con más de una opción.
Muchas situaciones y problemas pueden ser negociables, sin embargo, cuando estas situaciones atañen a la libertad de la persona, el ejercicio de sus derechos como ser humano/a, o contradicen su sistema de creencias morales y deterioran su dignidad. Es de considerar que no debería de ser posible observarlos como eventos potenciales de negociación. Ya que al no negociar se pretende decidir defender aquello a lo que no se está dispuesto a renunciar porque implica un compromiso de mayor prioridad.
Dando pie a decisiones que representan un compromiso que se convierte en una elección que respetar para el mantenimiento de la práctica de valores, de la dignidad y de los derechos humanos.