Martín Banús M.
marbanlahora@gmail.com
El tema de la homosexualidad es sin duda uno de los más difíciles e incómodos de abordar. Es un tema con el que fácilmente se ofende, –sin desearlo–, a unos o a otros, que en su radicalismo esperan sentencias, leyes o acciones categóricas, acordes a su parecer o postura.
Es el tema que se podría abordar desde la radicalidad basada en la lógica más clara e irrefutable, o bien desde la complejidad de sus causas y efectos, de los cuestionamientos morales que suelen terminar, sin embargo, en crispamiento y en indefinición.
La persona homosexual es aquella que mantiene regular, espontánea o eventualmente, relaciones sexuales con una o más personas de su mismo género. Los hay en todos los segmentos sociales, culturales y económicos, así como dentro y fuera del gobierno, de las iglesias, instituciones, etc.
El homosexual se niega a aceptar que su preferencia sexual lo haga un enfermo. También asegura que nació siendo como es y que siente orgulloso de serlo.
Sin embargo nada de lo que dicen es científicamente sustentable. Expertos en bioética, ética médica y genetistas, argumentan que no existe nada que se llame “gen de la homosexualidad”. ¡Por lo tanto lo de la herencia “gay” no procede! Además, aun y cuando algunas personas genealógicamente, por naturaleza o genética (si ese fuera el caso de la homosexualidad), tienen propensiones hacia alcoholismo o hacía la violación o el homicidio, esto no hace del alcoholismo, de la violación o del homicidio algo ética socialmente aceptable. Como es fácil comprender, poca gente está dispuesta a estrechar lazos con alguien que se siente orgulloso (como lo hacen los homosexuales con su “orgullo gay”), de embriagarse, violar o asesinar. También sabemos que puede suceder que haya niños que hayan nacido con muchas proclividades e impulsos como la ira, la crueldad con los animales, la tendencia al llanto, etc., pero de igual manera se sabe que se trata de rasgos que por ser incompatibles con lo natural, y/o las buenas costumbres y/o con las bases morales en las que la sociedad se asienta, tales tendencias tienen que ser suprimidas, y/o redirigidas y/o educadas.
Por otro lado, la Asociación Americana de Psiquiatría (ASA) aunque en 1973 había descartado a la homosexualidad como un trastorno, en 2003 declara a la homosexualidad como una “neurosis y un trastorno adquirido (no heredado) de la pulsión sexual.” O lo que es lo mismo, ¡penetrar con el pene, el ano de otro varón, o bien “lamerse recíprocamente las alfombras” como dicen los estadounidenses, no es sino pura lujuria desviada y antinatural, en el mejor de los casos!
Amplios y numerosos estudios explican además las causales psicosociales de la homosexualidad como pueden ser una familia disfuncional, ciertas características individuales y su combinación con ciertas causas sociales y culturales. Dicho más claramente, mientras más se habla y se oye de homosexualidad y más natural se le quiera hacer ver, más inclinaciones “homo” podrá haber.
La revista Archives of Sexual Behavior, en su número de octubre de 2006, señala que a partir de datos recabados entre dos millones de personas entre los 18 y 49 años, con la homosexualidad no se nace, ésta se hace o se forma y que las vivencias en la infancia y en el medio puede influir. Por ejemplo, la ausencia o la deformación de la figura paterna o materna, se correlaciona estadísticamente con la atracción hacia personas del mismo género.
La asociación, Homosexuales Anónimos (H.A.) cree que la homosexualidad es en realidad «una ilusión» que atrapa a la persona en una «identidad falsa» y también es de la opinión que «la actividad homosexual no sólo no está en armonía con la naturaleza ni con voluntad de Dios, sino que violenta ambas de forma frontal, siendo la norma de creación universal, la heterosexualidad».
Nosotros tampoco creemos que la homosexualidad sea una enfermedad en el sentido estricto de la palabra, pero sí la consideramos un trastorno o de un desorden mental… Un trastorno comparable al de las muchachas anoréxicas, en el sentido de que se ven y se sienten de una manera que no responde con la realidad. Esperamos no ver nunca manifestaciones de “orgullo anoréxico”…
Pero lo que nos tiene verdaderamente anonadados, son las respuestas que dio el “cura sensación”, más conocido como el Papa Francisco I, al ser entrevistado recientemente y por más de seis horas, sobre tópicos varios relacionados con el catolicismo. Entre ellos el tema de los homosexuales, las mujeres sacerdotisas y otros.
Sobre los homosexuales dijo: “¿quién soy yo para juzgarlos?”, y que lo importante era la persona… (Segunda parte y final, la próxima semana.)