Eduardo Villatoro

Hace meses, me enteré por medio de un extenso y detallado reportaje de La Hora, incluyendo fotografías que ilustraban la objetiva información, que decenas de trabajadores originarios de la República Popular China habían sido contratados por una firma denominada Machine New Energy Corporation (CMNC), se encontraban confinados en una especie de campamento ubicado en Masagua, Escuintla, sin acceso al mundo exterior, a causa del conflicto surgido entre esa corporación y la empresa Jaguar Energy, que habían suscrito un convenio comercial, mediante el cual la compañía china se comprometía a construir una planta destinada a producir energía eléctrica utilizando carbón, si mal no recuerdo, en conformidad con un compromiso adquirido con el Ministerio de Energía y Minas, para consolidar el suministro de energía subsidiada a sectores pobres del país.

Según la versión periodística, la CMNC ejecutó un alto porcentaje de la obra, pero la Jaguar Energy suspendió el pago que debería acreditar a la empresa china, adeudándole una millonaria cantidad de dólares que por el momento no recuerdo, lo que provocó que se suspendieran los trabajos, con el riesgo de que el proyecto no se concluya, perjudicando a los consumidores subsidiados, mientras que alrededor de 80 obreros chinos dejaron de percibir salarios y prácticamente se vieron reducidos a personas apátridas sin protección alguna.

Estaban y siguen en el limbo, como en su momento lo comprobaron delegados de la PDH y diputados de la UNE.

Según La Hora, ahora están ubicados en un albergue de la Dirección General de Migración, que ordenó su expulsión del país, obviando lo resuelto por un acuerdo gubernativo que los autoriza a trabajar en Guatemala, además de proteger sus derechos laborales y su reinstalación en sus puestos de trabajo, de los cuales fueron echados por la Jaguar Energy, sin cancelarles sus prestaciones.

Al parecer, el conflicto original no se supera y los obreros chinos se convirtieron en chompipes de la fiesta, para utilizar otro refrán, y todo a causa del incumplimiento del compromiso financiero de una empresa extranjera a otra compañía foránea.

(El holgazán empleado público Romualdo Tishudo Liu parafrasea este adagio: -Soy tan buena persona que no madrugo para que Dios ayude a otro más necesitado que yo).

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