Walter Juárez Estrada
El 14 de enero se cumplen dos años del gobierno del Alejandro Giammattei. Un gobierno obscuro como el de sus antecesores, un gobierno que ha sido marcado por el desprecio a la figura Vicepresidencial, de la ausencia de diálogo social a excepción de los grupos por los cuales tienen particular interés del Presidente, con un mal manejo de la pandemia y del Sistema de Salud, de cambios abruptos de ministros, sin avances en materia de educación y trabajo, y un claro retroceso a los valores democráticos y republicanos del país; ¡Ah¡ y sin olvidar el poder omnipotente de su compañero sentimental asesorado por otrora Secretaria General de la Presidencia de la República, todo ello dejando de lado el interés común de la nación el cuál no puede privar sobre el interés de grupos que manejan los poderes del Estado y sus instituciones. Hablar del gobierno es hablar de corrupción, de pago de favores clientelares, de mantener un sistema que favorece a los poderes fácticos que son los que realmente gobiernan, llegando al punto de tener alianzas con políticos y partidos señalados de corruptos.
Durante estos dos años su gestión poco o nada ha hecho en los temas de infraestructura, basta con que usted amigo lector salga y avance por las diferentes carreteras del país para ver el estado calamitoso en el que se encuentra la red vial del país, sin que ninguna carretera se salve del mal estado de las mismas; es un gobierno carente de liderazgo social, monigote de estructuras fácticas por su poco caudal electoral e impotencia de poder negociar espacios en la política nacional, eso sin dejar pasar el bochornoso apoyo a funcionarios políticos que han sido señalados por la comunidad internacional, en especial diputados, magistrados y sobre todo la señora Fiscal General del Ministerio Público, de quien ha sido defensor de oficio, al punto de solicitar y apoyar la destitución de uno de los pocos funcionarios probos que tenía el ente investigador de las causas penales, como el joven abogado Juan Francisco Sandoval, quien ha sido invitado a ser protagonista nada menos y nada más por la misma Casa Blanca en Washington, Estados Unidos.
El 2022 se presagia conflictivo, vienen eventos donde nosotros los guatemaltecos debemos estar atentos anónimos de 6 postulantes para elegir al nuevo fiscal general. Asimismo el Tribunal Supremo Electoral convocará a elecciones generales para elegir el nuevo gobernante y renovar el Organismo Legislativo y elegir la totalidad de corporaciones municipales, lo que originará por supuesto que las enturbiadas aguas de la política guatemalteca se agiten y donde los narcos como su habitual costumbre en los últimos años, jueguen un papel importante financiando a los políticos que sin mayor escrúpulo acepten sus millonarias sumas de dinero para su propaganda electoral.
Muchos que confiaron que el Presidente sería diferente, pero se equivocaron, con el tiempo nos dimos cuenta que el joven Miguel Martínez, el “allegado” número uno al mandatario, se convirtiera en un Presidente de facto, manejando un centro de Gobierno, con cuota grande de poder dentro del Estado guatemalteco, y es así como Martínez, en nombre propio y del Presidente empezó a tejer los hilos del poder frente a los demás, dejando relegado al vicepresidente Guillermo Castillo.
Hoy los grandes desafíos deben ser resueltos por cada uno de los guatemaltecos de manera individual, deben de ver cómo subsisten cada quien ante una canasta básica alta, ante los combustibles caros, ante la falta de empleo, ante la violencia imperante en las calles y en las carreteras de Guatemala, ante un salario que no alcanza, ante la inseguridad y entre la pérdida de los valores y las instituciones guatemaltecas; no está por demás recordar que al Presidente de la República no le interesa la elección a la Corte Suprema de Justicia y de las magistraturas de los órganos jurisdiccionales, lo que se ha venido prolongando de manera irresponsable por los diputados del Congreso de la República más aun desobedeciendo una sentencia de la Corte de Constitucionalidad. También está por realizarse la elección del nuevo rector de la Universidad de San Carlos de Guatemala, en donde el presidente Giammattei, puede influir en la elección del máximo jefe de la casa de estudios para que sea un profesional ad hoc a su Gobierno y que pueda resolver los problemas que atañe en la elección de la Magistrada Gloria Porras en la Corte de Constitucionalidad, quien fue electa, pero aún no ha tomado el cargo y no ha sido juramentada estando exiliada en la actualidad en los Estados Unidos de Norteamérica.
Los guatemaltecos esperamos que el Presidente en los años que le faltan de completar su mandato, pueda hacerse un examen de conciencia de manera personal y profunda como el pueblo lo desea para que puedan inferir en la política nacional y poder desarrollar una política de bien común, en donde todos los guatemaltecos seamos los que merezcamos un mejor futuro en lo social y lo económico.
Pero todo apunta que vamos a empeorar, y que en las próximas elecciones el presidente Giammattei apoyará la candidatura de la conservadora evangélica Zury Ríos, poniendo con ellos a prueba al Tribunal Supremo Electoral y la Corte de Constitucionalidad, en virtud de que pesa una prohibición constitucional, en fin malaya dirían los de generaciones anteriores.
No debe de olvidarse que Guatemala depende se las relaciones que se tengan con los Estados Unidos de América, quienes por el momento ven con malos ojos la administración actual, por la corrupción campante que provoca el éxodo masivo de connacionales al país del norte.