Walter del Cid

Padre, abuelo. Lector casi empedernido. Conocedor de las intrincadas reglas del cuasi disfuncional Estado guatemalteco desde 1988 a la fecha. Inició su incursión en el periodismo de opinión en las páginas de La Hora con aportes en la sección «Cartas de los Lectores» en septiembre de 1993. En 2006 tuvo el honor de ser jefe de Información de esta Tribuna y no mostrador. Casi ininterrumpidamente colaboró con columnas de opinión en La Hora, el desaparecido El Gráfico, Siglo XXI de la primera época, Diario de Centro América, la Revista Crítica y eventualmente para la Universidad Johns Hopkins en temas de población y desarrollo. Esta es mi Tercera Época en La Hora, gracias por ello. Creer en la democracia no es una cuestión circunscrita a razones teóricas, es una forma de vida y se aplica a la cotidianidad de nuestros actos.

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La azarosa jornada del domingo 14 de enero evidenció, como le consta a la población guatemalteca y a la comunidad internacional, la bajeza de las maniobras de los golpistas, esta vez atrincherados en el Congreso. Esos diputados de la Novena Legislatura no representan al Pueblo. Algunos de los reelectos para la Décima Legislatura tampoco. El uso de acciones legales emprendidas por los más oscuros representantes de la sociedad y un par de anidados «representantes» en el Congreso, no hacen sino evidenciar la actitud festinada por mantener sus particulares privilegios.

La hidalguía del Pueblo de Guatemala, su actitud y vocación pacífica estuvo acompañada de mucha convicción por la defensa de la democracia. Los Pueblos Indígenas nos ofrecieron lecciones de ejercicio de ciudadanía como antes no habíamos visto. Ellos fueron el muro que defendió la democracia y cada uno y cada una con sus varas de autoridad y servicio nos devolvieron la ilusión por un nuevo florecer en este que empezará a ser un país para todos.

La satisfacción por la instauración del cambio tanto en el Ejecutivo, el Legislativo y los gobiernos locales concretados desde la madrugada del lunes 15 y hasta su culminación en todo el ámbito territorial es digna de glorificación. El cambio no es la meta. La alternabilidad como parte del proceso democratizador es el punto de partida. Una nueva forma de gobernar empezará. Y habrá detractores. Acciones de obstrucción, acciones negativas para hacer quedar mal a las autoridades que inician sus funciones en esta semana.

Actitudes y acciones para hacer quedar mal al nuevo conjunto del funcionariado son de esperar. La gestión del aparato de comunicación social del nuevo gobierno debe funcionar como una máquina de alta precisión. Ahora se ha producido una baja en la manifestación de las cuentas de las redes sociales que tanto desinformaron del 26 de junio de 2023 hasta el propio 14 de enero de 2024.

Quedan en las instituciones y dependencias del Ejecutivo varias trampas, varios obstáculos a vencer paulatinamente y de la mano de las normas aplicables. Y se podrán superar con acciones abiertas a luz pública, ante el conglomerado de gobernados tanto a escala nacional como en los ámbitos local y departamental.

La sociedad guatemalteca despertó de un largo y prolongado letargo. La participación ciudadana debe ser una condición a garantizar plena y activamente a todo lo largo de las comunidades del país. Los múltiples desafíos por superar tendrán puntos de asidero para vencerlos si se hace de la mano de la población, si se hace con su activa deliberación para garantizar una efectiva participación. Ahí está la nueva «semilla» de la democracia guatemalteca. Los 105 días de resistencia en la defensa de la democracia son el mejor testimonio para encaminarnos al pleno desarrollo en beneficio de todos.

 

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