Lo que a principios de este año parecía una gesta imposible, se ha logrado en la Segunda Vuelta Electoral (SVE), consiguiendo que vuelva a florecer la Primavera Democrática, con el inobjetable triunfo del Movimiento Semilla, obteniendo 2,441,661 votos válidos, superando por 21.8% de los votos a Sandra Torres, quien perdió por tercera vez el balotaje.
El Pacto de Corruptos ha sido derrotado electoralmente en una coyuntura en la que habían logrado acumular la mayor cuota de poder desde el retorno a la democracia formal, en 1985, alcanzando de manera espuria el control de casi toda la institucionalidad del Estado.
Lo anterior hace aún más meritorio el triunfo de Karin Herrera y Bernardo Arévalo, quien ha sido el segundo candidato más votado desde 1985, obteniendo el 69.5% de los votos en la SVE, superado solamente por Jimmy Morales, quien logró catalizar la insurrección ciudadana de 2015. La mayor demostración de que ese apoyo electoral fue contra el sistema cooptado y no a favor del exmandatario y cómico, es que en esta elección no logró ser electo diputado y su partido fue cancelado, por no lograr un 5% de los sufragios, ni la elección de algún parlamentario.
Sin demeritar los méritos propios del Movimiento Semilla y sus candidatos, hay que considerar varios factores políticos inéditos, que se manifestaron durante los últimos meses.
En primer término, debemos recordar que, en el marco del proceso electoral más cuestionado desde la firma de la Paz, inesperadamente irrumpió una fuerza ciudadana anti sistema electoral, dándole al traste a las encuestas, a los análisis políticos y, particularmente, al esquema comicial que el Pacto de Corruptos fraguó durante varios años, para asegurarse el poder político del Estado y la impunidad absoluta para sus actores.
La opción preferida de casi un millón de ciudadanos, que acudió a las urnas el 25 de junio, fue la del voto nulo, que con un 17.4% superó incluso los resultados de Sandra Torres, la candidata que obtuvo el primer lugar. Junto al 7% de votos en blanco, que suman 24% de los sufragios, se trata de una clara muestra de rechazo al sistema político actual y a un hartazgo generalizado ante las opciones electorales que están vinculadas a la corrupción, a la impunidad y carecen de credibilidad.
Otro fenómeno, igualmente inesperado, fue el masivo respaldo electoral al partido Semilla, catapultándolo al segundo lugar de la contienda con un 11.8%, por lo que pudo contender en la segunda vuelta contra la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), partido que ha perdido el balotaje en las dos últimas elecciones, gracias al anti voto contra Sandra Torres.
El control y saqueo de las arcas públicas le permitió al Pacto de Corruptos acumular un poder económico y político sin precedentes, y teniendo un enorme control de las Cortes y de casi todas las instituciones del Estado, en alianza de la clase dominante y el crimen organizado, se propuso impulsar una estrategia electoral basada en la alianza con más de 200 alcaldes, atraídos por ofertas de obras y presupuesto espurio.
A fuerza de corromper voluntades y comprar apoyos, el partido Vamos, buque insignia del pérfido Pacto de Corruptos, logró obtener en la Primera Vuelta Electoral (PVE) 39 diputados y 132 alcaldes, por lo que controlarán el gobierno de 4 de cada 10 municipios, lo que implica que tendrán una gran incidencia en el Congreso y en el poder local, lo que les permitirá aprobar leyes regresivas, el presupuesto nacional y la elección de Cortes, asunto clave para garantizarse impunidad.
Sin embargo, durante la SVE la ciudadanía consciente decidió apoyar al Movimiento Semilla, permitiéndole que ganara en 18 de los 23 Distritos Electorales y en el extranjero, desarticulando la estrategia comicial del pacto criminal.
Los resultados de la Primera Vuelta Electoral (PVE) tomaron por sorpresa al Pacto de Corruptos y a sus partidos políticos, quienes impulsaron una serie de acciones legaloides que vulneran el poder soberano expresado en las urnas. El Tribunal Supremo Electoral tuvo que resolver 321 recursos de nulidad que se interpusieron sobre las elecciones generales y sus resultados en diferentes municipios y departamentos del país, en la PVE. Los recursos de nulidad interpuestos en la SVE aún están pendientes de resolución.
Durante la Primera y Segunda Vuelta Electoral, los partidos políticos aliados al Pacto de Corruptos han judicializado las elecciones, interponiendo una batería de acciones legales, tanto ante la Corte de Constitucionalidad como ante la Corte Suprema de Justicia, con el apoyo oficioso y espurio del Ministerio Público, con el objetivo de cancelar al Movimiento Semilla, y criminalizar a sus directivos y candidatos.
Este proceso, aún en curso, sembró zozobra e indignación en la ciudadanía, la cual respondió con un creciente voto a favor del Movimiento Semilla, en el balotaje. Estas acciones judiciales espurias han sido condenadas por sinnúmero de instancias nacionales e internacionales, tales como la OEA, Naciones Unidas, la Unión Europea, y diferentes gobiernos, generando apoyo y simpatía hacia el binomio presidencial electo en el balotaje.
Es poco probable que el Pacto de Corruptos logre impedir, con estas acciones leguleyas, que Bernardo Arévalo tome posesión como Presidente, pero tratarán de que lo haga debilitado, sin partido y sin bancada, procurando obligarlo a que les garantice impunidad.
Ante el masivo apoyo ciudadano obtenido por Bernardo Arévalo, Alejandro Giammattei se vio obligado a reconocer su triunfo, y lo invitó a realizar una transición ordenada y completa, tan pronto el TSE le adjudique el cargo. Sin embargo, al día siguiente declaró que, si el 14 de enero de 2024 no le podía entregar el mandato a Arévalo, lo depositaría en el Congreso de la República, adelantando un conflicto de grandes proporciones.
A estos corifeos de la transa y el dolo se les olvida que Bernardo Arévalo no traicionará el mandato popular, pues fue formado por un mentor excepcional, el presidente Juan José Arévalo Bermejo, luz y guía del Socialismo Espiritualista, un estadista que predicó con el ejemplo, formando a sus pupilos en los más excelsos principios democráticos.
En un escrito de octubre de 1986, “El arevalismo, tal como yo lo admito”, el expresidente señalaba: “Predicaba yo, pues, que el Estado debía reformarse, fijando en nuevas leyes el primado de las mayorías: afrontar con valentía las necesidades de los trabajadores, de los campesinos y de los indígenas, que son la enorme mayoría de la Nación. Poner atención en las generaciones actuales, que son las que necesitan nuestro auxilio y preparar para ellas una vida social diferente. Pero el futuro no debe aplastar el presente”.
Y remataba que “En conclusión: Arévalo y los arevalistas salimos tranquilos, satisfechos y orgullosos. Hicimos “escuela”, dejando sentados los precedentes para gobernar correctamente. Esperamos tener discípulos y continuadores para bien de Guatemala”. Hoy, su hijo Bernardo asume el gobierno nacional, para darle continuidad a la Primavera Democrática.