Víctor Ferrigno F.

Jurista, analista político y periodista de opinión desde 1978, en Guatemala, El Salvador y México. Experiencia académica en las universidades Rafael Landívar y San Carlos de Guatemala; Universidad de El Salvador; Universidad Nacional Autónoma de México; Pontificia Universidad Católica del Perú; y Universidad de Utrecht, Países Bajos. Ensayista, traductor y editor. Especialista en Etno-desarrollo, Derecho Indígena y Litigio Estratégico. Experiencia laboral como funcionario de la ONU, consultor de organismos internacionales y nacionales, asesor de Pueblos Indígenas y organizaciones sociales, carpintero y agro-ecólogo. Apasionado por la vida, sobreviviente del conflicto armado, luchador por una Guatemala plurinacional, con justicia, democracia y equidad.

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En el marco del proceso electoral más cuestionado desde la firma de la Paz, inesperadamente irrumpió una fuerza ciudadana anti sistema electoral, dándole al traste a las encuestas, a los análisis políticos y, particularmente, al esquema comicial que el Pacto de Corruptos fraguó durante varios años, para asegurarse el poder político del Estado y la impunidad absoluta para sus actores.

La opción preferida de casi un millón de ciudadanos, que acudió a las urnas, fue la del voto nulo, que con un 17.4% superó incluso los resultados de Sandra Torres, la candidata que obtuvo el primer lugar. Junto al 7% de votos en blanco, se trata de una clara muestra de rechazo al sistema político actual y a un hartazgo generalizado ante las opciones electorales que están vinculadas a la corrupción, a la impunidad y carecen de credibilidad.

Aunque el voto nulo obtenido quedó lejos del 50% que se requería para tener que repetir las elecciones, el 17.4% registrado el domingo pasado comparado con el 4.12% de la primera vuelta de las elecciones de 2019, explica que el respaldo mayoritario a esta opción se trata de un acto político que pretende enviar un mensaje de hartazgo y rechazo a un sistema de partidos políticos que ha sido la cuna de las prácticas corruptas, que permitieron la cooptación del Estado y la desnaturalización de la democracia guatemalteca.

La indignación ciudadana que expresan el voto nulo y en blanco, que alcanzan el 24% del sufragio, es congruente con el último informe de Cultura Política/Barómetro de las Américas de 2021, que reportó que solo el 14% de los guatemaltecos confía en los partidos políticos y menos de un tercio (32%) en las elecciones, medición que explica por qué el 40% de los ciudadanos empadronados no fue a votar. Esta desconfianza ciudadana al fenómeno electoral también podría explicar las razones por las cuales dos millones de jóvenes, con Documento Personal de Identidad (DPI), no quisieron empadronarse para esta elección.

Esta tendencia ciudadana contra el corrupto sistema electoral le pasó factura a muchos políticos deshonestos y autoritarios, como Zury Ríos, la hija del General genocida, sumida en su peor fracaso electoral, o al expresidente Jimmy Morales, que no logró una curul en el Congreso y su partido político desaparecerá.

Otro fenómeno, igualmente inesperado, fue el masivo respaldo electoral al partido Semilla, catapultándolo al segundo lugar de la contienda con un 11.8%, por lo que contenderá en la segunda vuelta contra la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), partido que ha perdido el balotaje en las dos últimas elecciones, gracias al anti voto contra Sandra Torres.

El masivo e inesperado respaldo ciudadano a Semilla sorprendió hasta los mismos integrantes del partido, y deberá ser objeto de un estudio a profundidad para poder explicar el fenómeno en toda su complejidad; por ahora, aventuro tres hipótesis. Ni el partido ni el binomio presidencial, integrado por Bernardo Arévalo y Karin Herrera, dos reconocidos académicos, tiene sindicaciones de corrupción o prácticas fraudulentas, por lo que el electorado vio en ellos una opción para volcar el voto anti sistema electoral.

En segundo lugar, Semilla desarrolló una hábil estrategia comicial, logrando establecer contacto con el electorado, que les acompañó en colonias y barrios del área metropolitana y conurbada, repartiendo propaganda y llamando al voto, por lo que uno de cada tres electores les respaldó en esa región.

En tercer lugar, Semilla hizo un uso hábil e inteligente de las redes sociales, logrando convencer a las y los jóvenes, que fueron una importante base electoral. Por todo ello, el respaldo electoral a Semilla hay que entenderlo como una combinación de rechazo al sistema electoral corrupto, y la esperanza de que será posible recobrar el sentido profundo de la democracia.

En el anterior contexto, para ganar el balotaje, el partido Semilla deberá ser cuidadoso y pulcro al establecer alianzas, a fin de atraer el respaldo de quienes votaron nulo, en blanco o no acudieron a votar. Cualquier acercamiento político o financiero con fuerzas oscuras le implicará perder su credibilidad, base de su logro electoral.

El Pacto de Corruptos ha perdido esta batalla electoral pero no la guerra, se están recomponiendo y van a dar una lucha sin cuartel para mantener el control del aparato estatal, contando con gran cantidad de recursos, dinerarios e institucionales.

A fuerza de corromper voluntades y comprar apoyos, el partido Vamos, buque insignia de ese pérfido Pacto, logró obtener 39 diputados y 132 alcaldes, por lo que controlarán el gobierno de 4 de cada 10 municipios, lo que implica que tendrán una gran incidencia en el Congreso y en el poder local, lo que les permitirá aprobar leyes regresivas, el presupuesto nacional y la elección de Cortes, asunto clave para garantizarse impunidad.

Este es un momento histórico de gran relevancia, por lo que todos los ciudadanos demócratas, hombres y mujeres, debemos cerrar filas y en agosto apoyar el binomio de Bernardo Arévalo y Karin Herrera, anteponiendo el interés nacional a cualquier ventaja partidaria o personal. El movimiento social y los partidos de real oposición deberán erguirse y dar la talla para recuperar el gobierno y construir una democracia con libertad política, justicia social y probidad.

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