El Informe Mundial sobre las Crisis Alimentarias (GRFC) 2023 estima que más de 250 millones de personas sufrieron inseguridad alimentaria aguda y necesitaron asistencia alimentaria urgente en 58 países en crisis alimentaria en 2022. Se trata de la cifra más alta en los siete años de historia del Informe (GRFC).
En Guatemala, según el Análisis de Inseguridad Alimentaria Aguda de la CIF, de marzo 2022 – febrero 2023, se analizaron los 22 departamentos del territorio guatemalteco, totalizando 17.4 millones de habitantes. De marzo a mayo de 2022, más de 3.9 millones de personas estaban en Fase de Crisis (Fase 3) o Emergencia (Fase 4) y por tanto requirieron acciones inmediatas, que no llegaron.
Según las previsiones, se estimó que esta cifra aumentaría a 4.6 millones de personas en el período de junio a septiembre de 2022 y disminuiría a 3.2 millones de personas para el período de octubre de 2022 a febrero de 2023. Esta última previsión no contempló la inflación que provocó el encarecimiento de la canasta básica alimentaria, que impide a los pobres comprar alimentos, aunque los haya en el mercado.
Esta inhumana realidad, que refleja que el 26.4% de la población pasa hambre, es un tema que las y los candidatos ignoran o callan, pues no tienen interés ni propuestas para enfrentar tal flagelo.
Enfrentamos un proceso electoral en el que supuestamente habrá libertad para votar pero no para elegir, en el que la política se ha judicializado con 97 amparos que impiden imprimir las boletas electorales pero, sobre todo, viviremos unos comicios donde la problemática nacional no se discute, ni se proponen políticas públicas ni programas de gobierno para enfrentarla. Otra vez, el voto se convierte en un cheque en blanco para los corruptos.
La CIF es un grupo de herramientas y procedimientos para clasificar la severidad
y características de crisis de Inseguridad Alimentaria y Desnutrición Aguda, así como de Inseguridad Alimentaria Crónica, con base en normas internacionales. Este análisis aporta datos científicos para enfrentar el hambre, pero los temas que se ventilan en los medios alternativos son los chistes de Menchito, los insultos entre Zury y Sandra, o una larga cadena de pleitos judiciales que han dejado a varios candidatos fuera de la contienda por razones nimias, mientras narcotraficantes y violadores mantienen firmes sus candidaturas.
Los niños desnutridos ni crecen ni aprenden en la escuela, si llegan a asistir, ampliando irreductiblemente la brecha entre pobres y ricos. Además, la desnutrición crónica genera un estado de insalubridad en el que una diarrea o una neumonía matan al enfermo con suma facilidad. Se trata de una matanza lenta de indígenas, mujeres y población rural pobre. En muchas regiones del altiplano y del oriente la migración es la única alternativa.
Los partidos políticos y sus candidatos son maquinarias electorales, donde la mayoría se financia con dineros turbios. Sin excepción, todos son aparatos electorales carentes de planteamientos programáticos, ayunos de vida orgánica, donde los dueños imponen candidaturas y decisiones políticas, sin atenerse a principios y valores democráticos. La zancadilla política, la descalificación personal y la puñalada trapera están a la orden del día. La militancia debe ser obediente, no beligerante y ser capaz de tragarse todas las excrecencias que un sistema político putrefacto pueda generar. Los buenos cuadros del partido, hombres o mujeres, son aquellos que portan con orgullo la camiseta, gritan alto la consigna, y agachan obsecuentemente la cabeza frente a la arbitrariedad y corrupción de sus jefes. Los dueños de la ficha electoral no quieren ciudadanos beligerantes, ni militantes pensantes, buscan marionetas que obedezcan, se cuadren ante el atropello y se conformen con el hueso carnudo que les tire “la dirigencia”.
Este trágico panorama electoral, donde hay libertad para votar pero no para elegir, es el producto de una ciudadanía sin formación democrática, sumida en la pobreza y el hambre, que salió de la guerra para caer en manos del pacto de corruptos, la manipulación política y la demagogia electoral. Uno de cada cinco ciudadanos empadronados es analfabeta, realidad que refleja la falta de criterio para elegir.
Esta triste realidad explica por qué el TSE reportó más de 9.3 millones de ciudadanos inscritos para votar, padrón que deberá ser depurado, y en el cual no se quisieron empadronar dos millones de jóvenes, en edad de votar y con Documento Personal de Identificación, porque seguramente no ven que este corrupto sistema político les aporte un mejor futuro.
El Análisis de Inseguridad Alimentaria Aguda de la CIF recomienda “identificar y priorizar las poblaciones y municipios en los que una mayor proporción de los hogares han agotado sus reservas de granos básicos y están utilizando estrategias de crisis y emergencia. Asimismo, se recomienda implementar intervenciones estratégicas de ayuda humanitaria y otras acciones incluidas en el Plan para la Atención del Hambre Estacional 2022, con el apoyo de la cooperación internacional, las organizaciones no gubernamentales y el sector privado. Los objetivos de respuesta prioritaria deberán estar orientados a proteger los medios de vida y reducir las brechas de consumo de alimentos en los hogares que están clasificados en condiciones de Crisis (Fase 3) o Emergencia (Fase 4) de la CIF. Además, se deben fortalecer las acciones para la reducción de factores de riesgo”.
Lamentablemente estas recomendaciones cayeron en el vacío, pues son ignoradas por casi todos los politiqueros, quienes solamente se interesan en ganar la elección que les permitirá seguir robándonos nuestro futuro.