Víctor Ferrigno F.

Jurista, analista político y periodista de opinión desde 1978, en Guatemala, El Salvador y México. Experiencia académica en las universidades Rafael Landívar y San Carlos de Guatemala; Universidad de El Salvador; Universidad Nacional Autónoma de México; Pontificia Universidad Católica del Perú; y Universidad de Utrecht, Países Bajos. Ensayista, traductor y editor. Especialista en Etno-desarrollo, Derecho Indígena y Litigio Estratégico. Experiencia laboral como funcionario de la ONU, consultor de organismos internacionales y nacionales, asesor de Pueblos Indígenas y organizaciones sociales, carpintero y agro-ecólogo. Apasionado por la vida, sobreviviente del conflicto armado, luchador por una Guatemala plurinacional, con justicia, democracia y equidad.

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Víctor Ferrigno F.

Desde el pasado 16 de octubre la atención mundial se centra en el XX Congreso del Partido Comunista de China (PCCh), evento que definirá la estrategia y el liderazgo del sistema político de ese país que, por su importancia global y su impacto en la economía mundial, seguramente repercutirá en otras naciones.

La semana pasada fueron anunciados los nombres de los 2,296 delegados que se encuentran reunidos para celebrar el Congreso, en el que se espera, como punto más destacado, la reelección de Xi Jinping como Secretario General del Partido Comunista de China, en la perspectiva de ser electo Presidente de China en marzo del año entrante, en la Asamblea Popular. Es esta estructura sectorial la que le da legitimidad a las disposiciones del XX Congreso.

Las decisiones que se tomarán durante el vigésimo Congreso del PCCh mantienen la atención de los grandes ejes de poder mundial, debido a que las disposiciones que se tomen en el marco de esta intensa jornada de seis días de trabajo, definirán el rumbo del país más poblado del planeta y que sostiene la segunda economía del mundo.

En el marco del sistema político chino, es de mucha relevancia la representatividad de los diferentes sectores sociales del país entre los delegados, quienes fueron electos entre noviembre de 2021 y junio de 2022. Destaca el sector de los funcionarios públicos y personal técnico especializado, que tiene una representación del 11,6% de los delegados. Los trabajadores tienen un 8,4% de representación, los agricultores un 3,7% y las etnias minoritarias tienen 11,5% de representantes, un número significativo para el 10% de la población del país.

El sector con mayor crecimiento dentro de las representaciones al Congreso, fue el de las mujeres, que subió un 2,8% en comparación al XIX Congreso y se ubica hoy en 30% del total de delegados.

Para la ciudadanía china el desempeño académico es muy importante, para ser delegado al Congreso del PCCh. De esa cuenta el 52,7% tiene estudios de posgrado, un 36% tiene estudios de pregrado y el resto tiene otros niveles más bajos de instrucción académica, pero tienen conocimientos especializados en el sector que representan.

Otro dato que marca de manera transversal este Congreso, es el relevo generacional dentro del PCCh. El 96,9% de los delegados ingresó a las filas del Partido después de la reforma y apertura de principio de los años 80, y la edad promedio de los delegados es de 52.2 años. Dos de cada diez representantes son menores de 45 años.

Los cálculos políticos apuntan a que Xi Jinping será reelegido Secretario General del PCCh, Jefe de la Comisión Militar Central y, en abril de 2023, Presidente de la República Popular de China. Junto a él se designarán 25 miembros del Politburó y siete miembros del Comité Permanente, núcleo dirigente del Comité Central del Partido.

En su discurso de apertura, Xi sostuvo que “junto con fortalecer la garantía de la condición del pueblo como dueño del país, debemos mantener y perfeccionar el sistema político” para “darle garantía al pueblo de que ejerza el poder estatal a través de las asambleas populares. Debemos profundizar la reforma y vertebración de los sindicatos, los organismos de la Liga de la Juventud Comunista, las federaciones de mujeres y otras agrupaciones de masas”.

En relación con la política nacional habló de desarrollar “activamente la democracia efectuada en los niveles de base” y de crear mecanismos para integrar a otros partidos políticos, personalidades sin filiación partidaria, minorías étnicas, religiones y chinos residentes en el extranjero. La propuesta también sostiene: “Hemos de seguir con perseverancia el camino de desarrollo de los derechos humanos propios de China y propulsar el desarrollo integral de su causa”.

En el ámbito internacional, Xi sostuvo que “China participará activamente en la reforma y vertebración del sistema de la gobernanza global, se atendrá a un multilateralismo genuino, promoverá la democratización de las relaciones internacionales e impulsará el desarrollo de la gobernanza global en una dirección más justa y razonable”.

En esa línea de acción la RPCh ha logrado alianzas con 140 países en el marco del colosal proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, en el que ha invertido un billón de dólares, en vías férreas, puertos y rutas marítimas, comenzando con Asia, África, Oriente Medio, Europa y América Latina. En 2018, China ya controlaba el 10% de las actividades portuarias europeas. En África, los préstamos ascienden a 120 mil millones de dólares, por lo que China ejerce una alta incidencia en el financiamiento de partidos políticos y en los procesos electorales, lo que ha generado tensiones.

En el marco de la geopolítica actual, China reclama derechos históricos en el Mar de China Meridional, controlado por EE. UU. y sus aliados, por lo que construyó islotes artificiales en las islas Paracel, para instalar una base marítima y aérea. Xi sueña con un ejército de clase mundial, y en cuatro años China construyó una flota equivalente a la de Francia.

Fortalecido económica y militarmente, y respaldado por un partido político de 90 millones de militantes, buscando reestructurar el orden político mundial, el gobierno chino articuló la Organización de Cooperación de Shanghái, una organización intergubernamental que se fundó en Shanghái el 15 de junio de 2001. Está integrada actualmente por ocho Estados miembros (China, India, Kazajstán, Kirguistán, Rusia, Pakistán, Tayikistán y Uzbekistán), cuatro Estados observadores interesados en adherirse como miembros de pleno derecho (Afganistán, Belarús, Irán y Mongolia) y seis “Asociados en el Diálogo” (Armenia, Azerbaiyán, Camboya, Nepal, Sri Lanka y Turquía).

El interés de China por América Latina es muy grande; entre 2005 y 2020, las empresas chinas y de Hong Kong realizaron 150 fusiones y adquisiciones en la región, que representaron un total de US$83,000 millones. Así, pasaron de ser 1,7% del total de estos negocios en América Latina a representar 16,3% del total entre 2015 y 2019.

En Centroamérica, Panamá, Costa Rica, Nicaragua y El Salvador han roto relaciones diplomáticas con la isla de Taiwán, y las han establecido con la República Popular China. Esto en congruencia con el aumento de la participación de China en el comercio mundial, que es particularmente notable en los mercados de ciertos productos. China origina hoy casi una décima parte de la demanda mundial de materias primas, y más de una décima parte de la exportación mundial de bienes manufacturados de tecnología mediana y avanzada.

¿Y nosotros seguiremos amancebados con Taiwán, sin ningún beneficio?

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