Víctor Ferrigno F.
El domingo pasado, Gustavo Petro y Francia Márquez ganaron las elecciones presidenciales en Colombia, con el 50,44% de los sufragios, que sumaron 11, 281,013. Esto equivale a un incremento de 2, 753,245 votos respecto a la primera vuelta. Políticamente, el triunfo electoral se sustentó en una amplísima alianza denominada Pacto Histórico, el cual fue construido tenaz y pacientemente en todos los sectores sociales, a lo largo y ancho de la geografía colombiana. Petro y Francia se la jugaron sumando aliados, escuchando demandas ancestrales, tejiendo acuerdos, fraguando sueños, para construir el gobierno de la esperanza, como reivindicó Gustavo Petro al asumir el mandato electoral de su Pueblo.
Gracias a esa política de alianzas amplias, el Pacto Histórico sumó en todos los departamentos, en la segunda vuelta. Petro ganó votos en todo el país, incluso en los territorios más disputados, como Antioquia (+10%) y los departamentos del Eje Cafetero (+11%). En las regiones más favorables, como Caribe y Pacífico, sumó una media de 10 puntos porcentuales.
La diferencia respecto a Rodolfo Hernández fue mucho mayor de lo vaticinado, alcanzando 3.13%, el equivalente a 700,601 votos. Estas cifras y porcentajes conllevan un contenido político que bien vale la pena analizar.
La del domingo pasado fue una elección histórica, pues Gustavo Petro será el primer presidente de izquierda de Colombia, y el primero proveniente de la costa. Por su parte, Francia Márquez será la primera vicepresidenta afro-descendiente de la historia de colombiana, quien trabajó como minera y como empleada doméstica, pero con gran esfuerzo logró graduarse de abogada y convertirse en una reconocida luchadora social. Márquez logró romper la triple discriminación por ser mujer, pobre y afro-descendiente, lo cual constituye un gran logro en cualquier país, pero es un hito histórico en Colombia.
Haber superado la barrera de los 11 millones convierte a Petro en el presidente con la mayor cantidad de votos de la historia. Además, en esos comicios se obtuvo la participación más alta del siglo, alcanzando el 58% del padrón electoral. En la segunda vuelta se sumaron 1, 240,063 votantes, lo cual es un fenómeno poco usual, pues la tendencia es a disminuir.
Las anteriores cifras reflejan el hartazgo de los colombianos con el uribismo, que es sinónimo de neoliberalismo, violencia, exclusión y corrupción. La ultraderecha dará batalla, pero su tendencia es decreciente, tanto así que ni siquiera llegó a la segunda vuelta. Esta corriente híper conservadora incorporó a Colombia a la OTAN, y promovió la instalación de más de mil bases militares estadounidenses en su territorio, convertido en punta de lanza contra la República Bolivariana de Venezuela.
Petro anticipó que restablecerá relaciones diplomáticas con Venezuela y renegociará la relación política con EE. UU. en términos de igualdad, proponiendo un Diálogo de las Américas, sin exclusiones, donde la vida sea el centro de la política.
La geografía electoral volvió a mostrar las tendencias históricas en la patria de Bolívar: un área rural conservadora y una tendencia progresista en el área urbana. Petro ganó en la costa Caribe, en el Pacífico, en los departamentos del sur del país y en cuatro de las cinco principales ciudades del país. Hernández ganó en el centro, en el oriente, en Antioquia y en el exterior. Los resultados volvieron a configurar las dos Colombias, razón por la cual Petro llamó a un Acuerdo Nacional, basado en la paz, la inclusión y la justicia.
Gustavo Petro agradeció el voto de sus conciudadanos con un largo y sereno discurso, pletórico de propuestas, sin radicalismos, tendiendo puentes, pero con realismo.
Anticipó que el Gobierno de la Vida tendrá tres grandes prioridades: la paz, la justicia social y la justicia ambiental. Con relación a la última, dijo que espera que Colombia tenga un importante rol diplomático en la lucha contra el cambio climático.
También anunció que, mediante un Acuerdo Nacional, Colombia llegue a ser una potencia alimentaria, y su desarrollo se asiente en una economía del conocimiento y la tecnología, que facilite el reencuentro con la naturaleza.
De Colombia llegan otros ecos, no de balazos, sino de paz y esperanza. Enhorabuena.