Víctor Ferrigno F.
Las sanciones internacionales contra Rusia han fracasado, mientras sus fuerzas militares ganan terreno en el Este de Ucrania, y la proclamación de independencia de las Repúblicas de Donetsk y Lugansk han dado lugar a una virtual guerra civil contra Kiev. Estos conflictos, de larga data, no se resolverán en el corto plazo, provocando una crisis energética en la Unión Europea, el éxodo de 8 millones de refugiados y una escalada inflacionista mundial. Para colmo, la expulsión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU y de otros foros mundiales, ha cerrado las puertas al diálogo político y a la posibilidad de una solución negociada.
El pasado 18 de abril el presidente de Rusia, Vladímir Putin, afirmó que la «guerra relámpago» de Occidente con su política de sanciones contra el país ha fracasado, pues la economía rusa está estabilizándose mientras que los estándares de vida de los europeos están bajando.
En una reunión con miembros del Gobierno sobre la situación económica de Rusia, Putin sostuvo que el cálculo de Occidente fue «socavar rápidamente la situación financiera y económica de nuestro país, provocar el pánico en los mercados, el colapso del sistema bancario, un desabastecimiento masivo de productos en las tiendas». Aseguró, sin embargo, que «ya podemos decir con confianza que tal política hacia Rusia fracasó, la estrategia de guerra relámpago económica fracasó».
Sostuvo que las sanciones tuvieron un impacto en los propios países que las impulsaron, en cuanto a la «subida de la inflación y el desempleo, el deterioro de la dinámica económica en EE. UU. y los países europeos, la caída del nivel de vida de los europeos, la devaluación de sus ahorros».
«Rusia ha resistido esta presión sin precedentes. La situación se está estabilizando, el tipo de cambio del rublo ha vuelto a los niveles de la primera quincena de febrero y está determinado por una balanza de pagos objetivamente fuerte», afirmó Putin.
Aseguró que en el primer trimestre el superávit por cuenta corriente en la balanza de pagos superó los 58 mil millones de dólares, «y este es un máximo histórico». El rublo se cambiaba hoy a 76.12 dólares, mientras que, a finales de febrero, cuando Rusia inició su campaña militar en Ucrania, el rublo se desplomó casi un 30 % frente al dólar, una caída no vista desde 1993 y 1994.
Asimismo, señaló Putin, «las divisas están regresando al sistema bancario del país y el volumen de los depósitos de los ciudadanos está creciendo», un 1,6 % en los diez primeros días de abril, según la gobernadora del Banco Central, Elvira Nabiúllina.
El presidente ruso afirmó, además, que el número de desempleados sigue siendo relativamente bajo, una aseveración que argumentó con el hecho de buenos indicadores sobre el uso de generación de electricidad.
El declarado boicot al gas ruso no se ha podido concretar, debido a la alta dependencia de los países europeos, como Austria (80%), Alemania (53%), o Italia (33%) (Fuente: Bruegel en base a Entso-G y Eurostat), y la imposibilidad de encontrar fuentes alternas antes del invierno. A esto se suma que el precio del gas se ha incrementado una media de 144% en lo que va del año. Austria ya declaró que seguirá comprando gas ruso y lo pagará en rublos.
Diversificando compradores, Gazprom, controlada por el Estado ruso, ha firmado un contrato para el diseño de un gasoducto que permitirá suministrar a China, a través de Mongolia, cerca de 50 mil millones de metros cúbicos de gas al año. Firmaron un mega-contrato para tres décadas, valorado en 400 mil millones de dólares, por el que el gigante ruso suministraría 38 mil millones cúbicos anuales de gas al país oriental, pagaderos en yuanes, no en dólares.
En este complejo contexto, Ucrania se está quedando sola, pues como recién declaró el canciller alemán, “Puedo asegurar que la OTAN no va a tomar parte en esta guerra (con combatientes) y que es muy consciente de que todo lo demás sería irresponsable”.