Víctor Ferrigno F.
A Jorge Mario García Laguardia, maestro y amigo, in memoriam.
La semana pasada, el Secretario General de las Naciones Unidas (ONU) exhortó a acelerar la recuperación del COVID-19 y edificar un mundo en el que todas las personas puedan prosperar en paz, con dignidad e igualdad en un planeta sano, proponiendo impulsar un plan mundial de vacunación para superar la pandemia. En un informe a la Asamblea General, denominado Nuestra Agenda Común, postuló las bases de la ONU para los próximos 25 años, y su visión sobre el futuro de la cooperación mundial y la revitalización del multilateralismo.
El año pasado, cuando la ONU conmemoró su 75° aniversario, los Estados miembros pidieron al Secretario General que les presentara un informe con recomendaciones para impulsar una Agenda Común y responder a los retos actuales y futuros de la organización.
La propuesta de Nuestra Agenda Común se articuló sobre las conclusiones de una consulta masiva de cerca de 1.5 millones de personas, consultadas a lo largo de un año, quienes compartieron sus expectativas y temores, pidiendo una ONU más transparente e inclusiva, identificando el cambio climático y los problemas medioambientales como el principal reto mundial a largo plazo, y ofrecieron sus propuestas e ideas para que la ONU guie sus pasos durante los próximos 25 años.
Al presentar Nuestra Agenda Común, Antonio Guterres pidió reafirmar los valores fundamentales de la ONU, postulando que se han de remodelar los cimientos de la Organización para que responda mejor a los retos del mundo actual, delineando cuatros áreas prioritarias de acción.
PRIMERA. Lograr una renovación del contrato social mundial, basada en los derechos humanos, que sirva para reconstruir la confianza y la cohesión social universal, proponiendo atajar la actual epidemia de desinformación y crear una nueva estructura conjunta sobre integridad financiera que afronte la evasión fiscal, el blanqueo de dinero y los flujos financieros ilícitos. Además de conseguir una cobertura de protección social universal, que incluya la asistencia sanitaria universal junto a la eliminación de la violencia contra las mujeres y las niñas, garantizando su participación plena e igualitaria.
SEGUNDA. Centrarse en el futuro, con base en una mayor solidaridad con los jóvenes y las generaciones futuras, mediante la adopción de medidas transformadoras en materia de educación, formación profesional y aprendizaje continuo, incluida una Cumbre para la Transformación de la Educación en 2022.
TERCERA. Actuar urgentemente para proteger y garantizar los recursos globales compartidos -la alta mar, la atmósfera, la Antártida y el espacio exterior- y los bienes públicos planetarios: la paz, la seguridad económica y la salud mundial.
CUARTA. Edificar unas Naciones Unidas modernizadas y preparadas para una nueva era, orientada a los retos del siglo XXI, que pueda ofrecer en todo su sistema soluciones más relevantes, multilaterales y con múltiples partes interesadas. Esta transformación se basará en el análisis de datos, la innovación, la visión estratégica, el análisis predictivo y las ciencias del comportamiento.
Concluyó postulando que “Esta Agenda Común es nuestra hoja de ruta para recuperar ese espíritu positivo y empezar a reconstruir nuestro mundo y a reparar la confianza mutua que tantísima falta nos hace en este momento de la historia”.
En Guatemala, esta Agenda Común constituye una luz al final del túnel, como el aserto del jurista García Laguardia: “Esto ya llegó al límite, hay que hacer una revolución. Hay que cerrar el Congreso y demás instituciones públicas, establecer un gobierno fuerte y organizar una discusión general para rehacer al país”.
15 de septiembre de 2021.