Uno de los más brillantes criollos, Pepe Milla, nos legó este pequeño retrato del mestizo equivocadamente llamado ladino, a quien denominó chapín. Lo describe como alguien que es novelero (chismoso) y costumbrero, que se deslumbra con facilidad frente a otras personas que considera importantes. Pasadas las primeras impresiones, su natural sentido común le facilita analizar lo ocurrido. Si descubre como le sucede con frecuencia, que rindió homenaje con su fácil admiración a un sujeto poco digno de su estima, le vuelve la espalda sin ceremonia y se arrepiente de su propia ligereza, entonces se venga del ayer era su ídolo, para hacerlo tiene una extensa gama de chistes, apodos y exitosas comparaciones. Según Milla el chapín no concurre a las citas, y si lo hace, es siempre tarde; se ocupa de los negocios ajenos un poco más que de los propios, y tiene una asombrosa facilidad para encontrar el lado ridículo de las personas y los sucesos.
Ampliando esa definición diremos que el chapín, además de novelero y costumbrero, es tomatrago, cuentachistes, metomentodo, derrochador, parrandero, cantineador y muy alegre (fuera de su casa). Este es el personaje que vota en las elecciones, al que los criollos han explotado y marginado desde que cortaron el cordón umbilical de su patria madre.
Estos dueños del país, más cabrones que bonitos, pescaron al vuelo al candidato Pineda. Sus académicos e ideólogos lo encumbraron, su TSE allanó el camino al publicar un acuerdo que saca de la contienda a Thelma Cabrera y al criollo amenazador, con la venia de la aristocrática CC, siempre oportuna para acatar las órdenes recibidas. Por extraña coincidencia, es lo menos que se puede pensar, publicaron el acuerdo de marras el mismo día que se publicó la polémica y sorpresiva encuesta de Prodatos.
Los dueños del país no fueron sorprendidos por esa coincidencia por ser ellos los creadores de la estrategia. Logrado ese impacto mediático, pasaron a la segunda etapa del plan. Apoyar públicamente al tishudo, igualado, relamido, quishpinudo y huevón indio, así como al mestizo, porque sus votos son necesarios para legalizar el previsto cambio gatopardista, para que todo siga igual. Por eso ordenaron a su candidato que se apoye en personajes estrambóticos, que utilizan un lenguaje vulgar y soez, esperando deslumbrar al chapín.
Con esa confianza en el resultado previsto, su candidato ya anunció que va a instituir una democrática dictadura en Guatemala, afirmando que gobernará solo, sin el Congreso, para lo cual Giammattei le dejará un generoso presupuesto que cubrirá sueldo, coimas, sobras de obras y, a los más palurdos, las sobras de las sobras, que reciben puntualmente todos los diputados. Unido a eso, la garantía de que no será perseguido por sus latrocinios, destrucción del Estado de Derecho, carreteras, escuelas y hospitales, para disfrutar su interrumpida luna de miel con su mancebo.
Esta encuesta bajó del caballo a las amazonas, los payasos, los falsos profetas y los infaltables oportunista y soñadores, quienes esperan que algún día les suene la flauta. No se puede negar la contundencia del discurso político de Pineda, que se fortalece con la mediocridad de los entrevistadores que tartamudean, se pierden en el papel que están leyendo y quedan como idiotas, mientras el candidato habla con claridad y seguridad, presenta cuadros, gráficas y cifras que justifican su discurso y propuestas. Es un auténtico demagogo tratando de resucitar la figura Ubiquista, ofreciendo resolver personalmente los problemas del presupuesto con el señuelo de la probidad.
Es un chapín que utiliza lo vernáculo, lo populachero y no se compromete en acciones claramente definidas, sólo esboza los problemas, los señala y ofrece resolverlos utilizando los recursos con probidad desde la presidencia, descargando en las demás instancias todo aquello que dice no ser de su incumbencia. Nunca menciona a los candidatos a diputados o alcaldes que apoya su partido, entre los cuales se encuentran verdaderas joyas de la corrupción, el narco tráfico y las plazas fantasmas.
Como buenos chapines, esta sorpresiva encuesta nos deslumbró. Ahora, utilizando nuestro natural sentido común procedamos a analizar lo ocurrido, para no seguir deslumbrados. Es el momento de preguntar ¿Si Pineda llega a la presidencia resucitará Ubico? Pongamos en juego nuestra imaginación, analicemos el discurso populista del candidato en su afán por imitar a Ubico. ¿Tendremos un Congreso y unas Cortes serviles, una Fundaterror empoderada, un sistema judicial más obediente que el actual? Sigamos soñando ¿Veremos a Mechito como ministro de Educación, a la Pirulina en el ministerio de Desarrollo Social o Chico dólar como ministro de Finanzas? ¿Tendremos a Esme la Chapina a cargo del ministerio de Salud, a Manuel Baldizón en el ministerio de Economía, Zury Ríos encargada de las Relaciones Interiores y Exteriores y Tres Quiebres en el ministerio de la Defensa? Ese es el pavoroso escenario futurista que se vislumbra en lontananza, mientras los dueños del país están jugando con fuego para no perder el poder.