Sergio Penagos
El presidente, Alejandro Giammattei, aseguró en un conversatorio virtual con el Centro Adrienne Arsht para América Latina, que su gobierno ha sido el más transparente que ha tenido Guatemala.
En el año 1958 el escritor mexicano Carlos Fuentes publica su primera novela: La región más transparente. En el año 2021 el esquizofrénico (alguien que padece un trastorno mental que le dificulta diferenciar lo real de lo imaginario) presidente de Guatemala afirma: mi gobierno es el más transparente de la historia de Guatemala. Y tiene toda la razón.
Un objeto transparente es aquel que deja pasar la luz permitiendo ver, a través de su masa, lo que hay detrás. Lo contrario es la opacidad. Si este gobierno no fuera transparente, no nos sería posible ver la enorme podredumbre que hay detrás de su funcionamiento: corrupción o desnaturalización de la función pública en grado sumo, incompetencia (carencia de capacidad para realizar un trabajo u ocupar un puesto), venalidad (inclinación o gusto por el soborno), estulticia (ignorancia, necedad o estupidez) y muchas otras características negativas de los integrantes del gobierno que se vanaglorian de ellas y se enorgullecen de las mismas.
Sí, es un gobierno transparente que muestra sin rubor la cloaca en que se debate. Si las calles y avenidas de la ciudad capital fueran transparentes sería posible ver el deteriorado sistema de drenajes, y actuar en consecuencia para evitar los colapsos que se han producido y, por desgracia, se seguirán produciendo. Ahora, imaginemos que el gobierno es el sistema de drenajes de la ciudad de Guatemala: por inadecuado, improvisado, sin visión de futuro, producto de la incompetencia, del soborno y, sobre todo, de la avaricia y el afán de enriquecimiento de los empresarios que compran a los llamados políticos (que en realidad son vulgares ladrones) con la colaboración de los traficantes de armas, de personas y sustancias nocivas para la salud. Estos ambiciosos y mediocres políticos participan en el circo tetra anual llamado elecciones generales, celebradas bajo la tutela de un corrupto y vendido Tribunal Supremo Electoral, que bendice y unge a lo peor de la sociedad. Para que este excluyente y racista sistema funcione es necesario encumbrar a la presidencia de la republica a personajes de muy dudosa capacidad mental, ética y moral: payasos, viciosos, acosadores, ambiciosos, prepotentes, abusivos y cínicos, que confunden su cinismo y megalomanía con transparencia.
El actual desquiciado presidente es el señor de las triadas: prepotente, abusivo e ignorante; servil, corrupto y megalómano; sodomita, narcisista y mediocre; y en todas ellas ha sido transparente. No oculta su afición por ellas y las publicita porque no distingue la ficción de la realidad. Además, para ejercer sus funciones de presidente también utiliza círculos triádicos: Congreso, Corte de Constitucionalidad y Corte Suprema de Justicia. Organismo Judicial, Tribunal Supremo Electoral y cámaras empresariales. Ministerios, periodismo venal y televisión comprada. Asociación de Municipalidades, Ministerio Público e in Dignatarios de la nación. Es larga la lista de serviles y corruptas organizaciones que constituyen el tristemente célebre Pacto de Corruptos, que a ciencia y paciencia de la ciudadanía, hace micos y pericos amparados y arropados en la tan citada y defendida soberanía nacional.
La celebración de los doscientos años de soberanía es otra maravillosa oportunidad para robar. Se organizan festivales, se construyen parques y se va el dinero a los insaciables bolsillos de los políticos, lambiscones y mediocres, a quienes la pandemia les cayó como maná celestial para saciar su ávida codicia y desenfrenada carrera por el enriquecimiento ilícito. Miles de millones de quetzales aprobados con ventaja, nocturnidad y alevosía para la adquisición de vacunas que no han llegado. Salvo algunos miles como resultado de la mendicidad oficial. No podía ser de otra manera con este transparente gobierno: un ex ministro de salud mediocre e incompetente convertido en constructor de hospitales, que al igual que las vacunas, no aparecen por ningún lado. Un canciller convertido en vulgar mendigo con ínfulas de negociador. Una atorrante ministra de salud incompetente y estrafalaria, más preocupada por su cabello que por la salud de la población, y un largo etcétera.
Transparente presidente: ¿en dónde están las vacunas?