Sergio Penagos

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Sergio Penagos

Por razones culturales de viejo cuño, en Guatemala siempre se ha privilegiado a la capital por sobre las provincias. La metrópoli creció en importancia bajo el régimen llamado colonial, que no fue tal; sino una extensión del Reino de Castilla. Las provincias producen lo que la metrópoli consume; en tanto que la metrópoli devuelve a las provincias aledañas, desechos sólidos, gaseosos y líquidos.

De pronto un equipo de futbol de provincia gana la final del campeonato nacional, utilizando la modalidad de dos partidos a visita recíproca. El resultado del primer partido fue realmente inesperado, por lo menos para quienes estamos relacionados con ese deporte. Los comentarios adversos a ese triunfo no se hicieron esperar; así como las manifestaciones de alegría de los seguidores del equipo. Parecía posible que el equipo provinciano derrotara al equipo capitalino, menos aún, con ese contundente marcador.

Se alzaron las voces de los inconformes, incluyendo al errático e inepto Ministerio de Salud, pretendiendo multar al equipo ganador por la aglomeración de personas en las graderías de su estadio. Es oportuno recordar las tremendas e injustas aglomeraciones de ancianas y ancianos que, por su incapacidad de funcionamiento, el Ministerio de Salud provocó sin cumplir con su labor de vacunación ¿Quién va a multar al Ministerio por esa criminal acción? Otras personas intrigantes y mediocres, acusaron a un ex funcionario de gobierno, nativo de esa provincia, de comprar al árbitro y a los jugadores del equipo capitalino. Una verdadera teoría de la conspiración que se desvirtuó con el resultado del segundo partido celebrado en la metrópoli capitalina, en el cual aumentó el número de goles anotados ¿Es creíble que dos equipos de futbol puedan concertar resultados con tantos goles anotados? Por otra parte, el equipo metropolitano tiene un gran historial de triunfos, tanto a nivel nacional como internacional, no se arriesgaría a tirarlo por la borda arreglando resultados en una final de campeonato local. Para quienes presenciaron ambos juegos ha de haber quedado claro que, ninguno de los dos equipos presentó una línea defensiva digna de un equipo de primera división. Eso es algo que tienen que corregir ambos equipos.

Hace algunos años una selección nacional de futbol participó en una eliminatoria en México. Después de haber jugado como nunca y perdido como siempre, los periodistas preguntaron al capitán del seleccionado nacional ¿Qué pasó en México? La respuesta justifica este artículo: “jugamos como equipo de aldea”.

¿Qué personas son las responsables de este triunfo provinciano? Son los héroes anónimos. En primer lugar los integrantes de la junta directiva del equipo o club deportivo, sobre cuyos hombros descansa todo el desempeño del equipo, ellos y ellas, contratan a las personas que le dan vida a la actividad deportiva, se desvelan y angustian cuando se les dificulta completar el valor de la planilla mensual. Luego están los aficionados que sufren cuando no se gana y dicen perdimos, pero siguen apoyando a su equipo. Por eso, cuando se gana tienen todo el derecho de decir: ganamos. Junto a ellos están las personas que apoyan con su trabajo todo lo relacionado con el desempeño del equipo: utileros, masajistas, preparadores físicos, personal de mantenimiento de las instalaciones, encargados de los uniformes, taquilleros, porteros y las familias de los jugadores. Todos conforman la parte menos visible de la organización, pero no la menos importante. La dirección técnica del equipo y los jugadores son lo visible, criticable o elogiable. Sobre ellos recaen las críticas, amenazas y los insultos cuando no ganan. Pero, pocas veces les preguntan si sus salarios están al día, si están en buena forma física o si tienen problemas familiares que estén afectando su rendimiento.

Señalo estos aspectos para que no seamos injustos al opinar con respecto de este rugido del Gran Jaguar.

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