Sandra Xinico Batz

sxinicobatz@gmail.com

post author

Sandra Xinico Batz

No es solo un año gregoriano más, seguimos enfrentándonos a las complicaciones y complejidades que provoca la acumulación de problemas sin resolver, sus mutaciones y agravamientos, sus devenires llenos de lo “mismo” pero más complicado, porque el empobrecimiento jamás se da de una forma “lineal”; este país se hunde cada día un poco más para los pobres, al mismo tiempo que se hace más funcional para las élites criminales.

Del Estado colonial nada bueno se puede sacar, de las élites criminales se debe esperar lo peor y más allá; olvidar no es una opción, no se puede dejar a un lado, dejar atrás, que este, nuevamente, ha sido un año plagado de violencia, corrupción, encarecimiento e impunidad. El racismo que es el trasfondo del extractivismo está atacando permanentemente a las comunidades que resisten, sigue cobrando vidas y continúa hostigando a centenares de personas; la criminalización es un mecanismo que recurre al miedo como estrategia de sumisión. Se sigue provocando silencio a la fuerza.

A 25 años de los Acuerdos de Paz, es pertinente recordar que mientras no haya justicia no habrá paz; estamos frente a una triangulación entre Estado-oligarquía-narcotráfico, una serie de alianzas “pegadas con chicle”, pero al final de cuentas, alianzas. Militares-narcos, narco-militares, narco-Estado, narco-gobierno; que ahora los oligarcas no nieguen los vínculos que por décadas vienen generando, con aquellos que entrenaron para matar gente y luego los “desarmaron”, dejándoles todo ese entrenamiento paramilitar y genocida, al que siguen recurriendo en la actualidad. ¿El Ejército para qué?

Un año gregoriano atiborrado de muertas, de muertos. ¿Qué tan perversa e indiferente tiene que ser una persona para pensar que lo más cómodo para alguien históricamente empobrecida, empobrecido, es migrar en una condición impuesta de “ilegal” y, por ende, con todas las implicaciones/restricciones/condiciones que esto implica? Un insulto es que el gobierno decrete tres días de luto nacional por la muerte de las guatemaltecas y guatemaltecos en Chiapas, mientras las familias por su cuenta y con una gran cantidad de dificultades, enfrentan el proceso para que sus familiares fallecidas, fallecidos, retornen a sus tierras.

También es importante honrar, reconocer la fuerza, la vida de quienes ponen el cuerpo para generar cambios, a quienes, desde todos los ámbitos, tanto públicos como privados, desatan la crítica, provocan la reflexión, van contra la corriente, comparten la palabra, incomodan, interpelan y se interpelan constantemente; esta realidad no cambiará desde el silencio, la inacción y/o la comodidad. Nada automáticamente cambiará porque termine o inicie un nuevo año, es fundamental la memoria, porque el recrudecimiento de estos 500 años es el presente. Nada romántico hay en ello.

La realidad no la podemos callar; nombrar la injusticia y la desigualdad es una necesidad, porque los niveles que estos han alcanzado nos demandan, nos exigen, que además de alzar nuestras voces, no nos detengamos en la lucha que diariamente sostenemos desde los diferentes territorios, pueblos y frentes.

Para que nuestro tiempo llegue, aún falta; lo que ahora parece imposible será posible. Amanecerá y para eso nunca será tarde.

Artículo anteriorSumergidos en la realidad virtual
Artículo siguienteSi ya sabemos que viene (ómicron) y las remesas en el comunicado de CIG