La frase «Maldito sea quien clama venganza» refleja la angustia y la indignación de un famoso poeta judío frente a la injusta violencia, pero asimismo el poeta expresa que buscar la venganza no es una respuesta justa ni racional.
Se trata de Jaim Najman Biálik, famoso poeta judío nacido en 1873 en la región de Volinia o Lodomeria de la actual Ucrania. A menudo Biálik es considerado como el «poeta nacional judío». Él escribió extensamente sobre temas judíos, incluyendo la fatalidad de la venganza en el contexto del pogromo de Kishinev, en 1903. En dicha ciudad, entonces parte del Imperio Ruso (hoy Chișinău en Moldova), ocurrió un sangriento ataque antisemita. Uno de los poemas de Biálik más conocidos, relacionados con el tema de la venganza es «En la ciudad de la matanza», escrito en respuesta a este pogromo. Biálik explora en el poema la brutalidad de la violencia y el sufrimiento de los judíos, así como la fatalidad e inutilidad de la venganza.
Jaim Najman Biálik abogó siempre por la compasión y la humanidad, incluso en medio del dolor y la injusticia, promoviendo la idea de que la venganza nunca lleva al verdadero alivio ni a la justicia duradera, sino a un ciclo interminable de violencia y más violencia.
Hoy más que nunca es importante recordar las palabras del poeta. El moderno Estado de Israel se encuentra inserto en una región muy conflictiva y rodeado de vecinos con los que sería muy beneficioso para todos tener relaciones cordiales. Sin embargo, Medinat Israel y sus vecinos árabes se hallan en un perverso circulo de violencia y venganza que parece no tener fin: una guerra fratricida, (ambos pueblos dicen tener el mismo progenitor, Abraham Avinu); una guerra que lleva al menos setenta y cinco años marcados solamente por cortas y frágiles treguas.
Quizás la historia de esta conflictiva relación comienza en 1897, en Basilea, cuando los judíos de la Europa centro-oriental, contagiados del virus nacionalista, o, en 1903, después del pogromo de Kishinev, deciden crear un Estado nacional propio. El periodista austrohúngaro Teodoro Herzl se convirtió en el alma del movimiento sionista. La idea central del sionismo, tal como la promovió Herzl, era que los judíos necesitaban un “hogar nacional” propio en la tierra ancestral de Palestina, para escapar del antisemitismo y garantizar su seguridad y libertad.
Después de su muerte, en 1904, la visión de Herzl se hizo realidad con la fundación del Estado de Israel en 1948. Teodoro Herzl es recordado hoy como el padre del sionismo y su contribución a la creación del Estado de Israel es ampliamente reconocida. Sin embargo, la creación de Israel en Palestina desplazó de su tierra a cientos de miles de árabes que vivían pacíficamente en el territorio palestino del antiguo imperio otomano, convertido después de la Primera Guerra Mundial, en el “Mandato británico de Palestina” y sobre el cual Arthur Balfour, ministro de Relaciones Exteriores, había declarado en 1917 el asentimiento del gobierno británico de establecer un “’hogar nacional’ para el pueblo judío”. Este fue uno de los primeros pasos importantes hacia el reconocimiento internacional del derecho de los judíos a tener su propio estado en la Palestina árabe. Sin embargo, generó tensiones y conflictos entre las comunidades judía y árabe en la región, conflictos que han continuado hasta el día de hoy. La Declaración Balfour es considerada un documento fundamental en la trama del conflicto israelí-palestino y sigue siendo objeto de controversia y debate.
La masacre perpetrada por el grupo paraestatal terrorista Hamás el pasado día siete no debe ser respondida por el Estado de Israel con el ánimo de una ciega venganza, venganza que toma a todo el pueblo palestino de Gaza como responsable y merecedor del más atroz e irracional castigo. Si el poeta Biálik es realmente el “poeta nacional judío”, y su visión refleja lo más profundo y mejor del espíritu del judaísmo, la eterna misión del judío en la tierra es el tikkun olam: o sea, “reparar un mundo que evidentemente está roto” y que nunca podrá ser reparado por medio de la venganza.