José Roberto Alejos

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Por experiencia puedo afirmar que el método de negociación de Harvard sigue siendo exitoso en todo el mundo, no por gusto se ha aplicado en diversos idiomas; ello no significa que no haya otros, pero con conocimiento de causa puedo afirmar que sus siete elementos constituyen la clave para una negociación exitosa, para crear ambientes de confianza que abren la oportunidad de cooperación entre quienes tienen -tengamos- la intención de negociar.

El tiempo no se ha detenido, avanza, y los escenarios políticos siguen inmersos en las sombras, por eso creo oportuno aprovechar este espacio para desarrollar la necesidad de negociar, de dialogar, de alcanzar acuerdos mutuos y que en lugar de sombras vislumbremos luces que derroten la confrontación que impera desde hace mucho tiempo en el país.  Quien sabe negociar sabrá usar esa confrontación como método para una obligada negociación.

A manera de ejemplo cito a Joviel Acevedo, dirigente sindical del magisterio nacional, quien busca que se revoque, a través de un amparo, la cancelación del contrato del seguro médico escolar. Una vez interpuesto el recurso legal se presenta públicamente, ofrece una conferencia de prensa y expone sus argumentos, eso señores, es obligar a la negociación. “Ya los tengo en problemas o negocian conmigo o se atienen a las consecuencias” es probablemente el pensamiento del controversial sindicalista.

El poder de Acevedo no viene solo de la gente que por años ha dirigido, tampoco viene de los métodos que emplea para presionar al gobierno de turno.  ¡No! ese poder se origina de su enorme capacidad para negociar los pactos colectivos y de emplear la emotividad para convencer a sus seguidores y familias de que sus actuaciones son por el bien de la población estudiantil lo que le da réditos sociales y políticos para mantenerse como el dirigente sindicalista más popular y fuerte del  país (nos guste o no). Porque lejana se ve la posibilidad que el magisterio o el Estado prescinda de él. ¿Será que se puede?

El primer elemento de la negociación define los intereses de las partes involucradas según el problema, conflicto o confrontación; entonces, para encontrar una opción, segundo elemento, que sea de beneficio mutuo surge el tercer elemento: esa opción debe ser legítima y realizable y evitar que alguno se incline por el elemento fatal de la alternativa que no es más que abandonar la mesa de negociación. Es entonces cuando el papel de la comunicación hace acto de presencia dando paso también a la relación y confianza, dos de los siete elementos, aunque confianza es un atributo que en la clase política ya no existe al igual que la comunicación que, cada día está más entorpecida por el mal manejo de las redes sociales.

Cuando fui estuve en la presidencia del Congreso, tuve mucho acercamiento con el general Efraín Ríos Montt ya convertido en diputado raso y que prácticamente había dejado en libertad a sus alumnos para que emprendieran otro camino al igual que a su hija Zury quien ya había aprendido muy bien lo de él y lo propio.  En una oportunidad me preguntó ¿por qué nos habíamos ido de la UNE? ¿Hacia dónde íbamos haciendo un partido nuevo y por qué con esa gente? Cuando le expliqué dijo “Solamente recuerde patojo, quien traiciona una vez traiciona siempre”. En Negociación eso es de lo más grave para después poder volver a negociar.

NO SE VALE que quienes llegaron al poder legislativo con el respaldo popular, que en su oportunidad se defendieron bien de los golpistas, de los que no querían que asumieran los cargos, actúen de la misma manera que lo hacían contra ellos, usando incluso las leyes. Los golpistas ahora oposición tuvieron y tienen malignas intenciones producto de la búsqueda del beneficio propio usando el método unipersonal. ¡No hay que ser como ellos! Hay que buscar la negociación, como lección de que es un equipo diferente cuyas intenciones no son como las de ellos.

YA ES HORA que veamos el ejemplo que está dando el presidente Bernardo Arévalo, un hombre que no pierde la cordura fácilmente, que demuestra tener visión y misión en la lucha contra la corrupción para acabar con el saqueo que ha dejado a su paso pobreza y humillación extrema. Tampoco aprovecha el cargo para venganzas o desquites aun cuando tiene presión popular para que sea inmisericorde; al contrario, sigue siendo tranquilo, pensante, proyectando una imagen de paz.  Yo sueño con políticos y dirigentes con una capacidad similar a la que tuvo Nelson Mandela, presidente de Sudáfrica, quien supo negociar y trabajar con sus peores enemigos, hasta con aquellos que lo torturaban en la cárcel y al ser presidente se encargaron de su seguridad.

Trabajar para establecer un ambiente de confianza mutua ya que esto facilita la cooperación, ¿cooperación para qué? Para preparar la negociación, insistiré hasta que vea cada uno de los 7 elementos y la preparación previa en esta nueva clase política, va a hacer falta para llegar a los grandes acuerdos y dejar a un lado las actuaciones similares a las del pasado y las venganzas.

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