“Sí, de acuerdo. Cómo negociar sin ceder” es el libro del profesor Roger Fisher y su equipo, qué pone a disposición del mundo entero el exitoso método de negociación basado en intereses.
Por años hemos venido tratando de convencer a quienes tienen incidencia en este país que el diálogo y la negociación son el único camino para llegar a acuerdos. Los pasos indican que el método de Harvard, uno de los mejores, aunque no el único, pero el que personalmente he podido comprobar que da resultados, porque está basado en la verdad. No son trucos para negociar ni tampoco son tácticas o técnicas para engañar, es un método basado en la comunicación y en la relación de la que ya hablamos.
Consiste en una metodología que busca la satisfacción de los intereses de todas las partes involucradas en un problema. Por eso, en el taller o curso que acompaña esta metodología, no se trata de ganarle a la otra parte, como tampoco se trata de dejar a ninguna de las partes fuera, incluyendo aquellas partes que no están sentadas en la mesa de negociación.
Por supuesto, no podemos hablar de intereses deshonestos, de intereses ocultos y menos de intereses que causan daño a los demás. Cuando hablamos de intereses a tratar en una negociación, tenemos que hablar de intereses sanos y reconocer que cada quien tiene sus propios intereses dependiendo de su forma de pensar, de su ideología, sus estudios o formación, de las costumbres, de la percepción que pueda tener de la vida, y de cómo la vida, en términos generales, nos ha tratado.
El tema ‘satisfacción de intereses’ es un tema parecido el tema de los derechos humanos. Todos tenemos derecho a hacer aquello que nos convenga, siempre y cuando no pasemos sobre los derechos de los demás, Para eso se hizo la ley. Esa ley que no necesariamente siempre es justa, sin embargo, debería de tener ese principio de justicia que es la base principal de la Constitución y de la relación entre seres humanos. Todos tenemos intereses distintos, de acuerdo a nuestras metas, nuestros sueños, nuestras necesidades, nuestras inquietudes, nuestros miedos, o los temas que nos preocupan. Eso es lo que realmente nos mueve, nos motiva o desmotiva.
Lo importante para buscar una negociación que nos conduzca a terminar con los principales problemas que nos aquejan es encontrar aquellos intereses en común. Cómo ya hemos lo dicho antes, lo que nos une y no continuar enfatizando lo que nos desune.
Por eso, hemos hablado con muchas personas sobre la importancia de la comunicación, de la relación, lo cual se traduce en confianza, la cual se ha perdido, especialmente en la clase política que es en la que ya nadie confía. Qué mejor forma de recobrar la confianza que llegando a acuerdos sobre intereses que satisfagan las necesidades de las grandes mayorías, sin descuidar las nuestras. Eso, porque “negociación” es encontrar ese punto de equilibrio entre los intereses de unos y de los otros.
NO SE VALE que sigamos pensando únicamente en nuestros intereses sin que nos importen los intereses de los demás y peor aún que buscando satisfacer nuestros intereses, pasemos por encima de los intereses de los demás. Es urgente que los principales intereses que se traducen en paz, bienestar y bien común, sean el tema y no los ataques que verbalmente abundan y que ahora hemos llegado hasta lo físico, pues el daño que se hace enjuiciando, llevando a prisión preventiva a personas inocentes, sólo para ir sentando precedentes, propiciando el miedo a todos aquellos se oponen a nuestros intereses, también algo que debe ser considerado como agresión física.
YA ES HORA que todo eso termine. Y qué tal si aprovechamos esta época en la que todos hacemos llamados a la búsqueda de la paz y el amor entre los seres humanos para reflexionar en el daño que nos hacemos y le hacemos a los demás cuando sólo pensamos en nuestros intereses, tal como muchos lo hacen, que de una otra manera lo han demostrado en estos momentos en el que nos encontramos, que considero que es una de las peores crisis de la historia de este país. Una crisis que por querer disfrazarla de legalidad ha sido más larga y tortuosa que las crisis que hemos vivido través de nuestra historia. Claro está que no es nada comparado con el horroroso conflicto armado interno, que más que una crisis fue una etapa dolorosa y triste que estoy seguro jamás quisiéramos repetir y a pesar de que insistimos en que la juventud debería conocerla a veces también pensamos mucho en ni siquiera volver a mencionarla.
No podemos regresar a la época de la violencia, debemos hacer nuestro mayor esfuerzo y oponernos a que esto se repita. Debemos condenarlo como condenamos hoy en día los atentados contra cualquier persona y hoy en especial en el caso de la Magistrada de la Corte de Constitucionalidad. No hay nada que justifique la violencia, de ninguna clase, nada.