José Roberto Alejos Cámbara
¿Por qué continuamos sin hacer nada para frenar la confrontación inducida en la que estamos inmersos? Simplemente no lo hacemos porque hemos aceptado, con cierta conveniencia, que esa confrontación se ha convertido no sólo en una postura conveniente, sino también en una forma de vivir, tanto para los de izquierda, conocidos como chairos, como para los de la derecha, llamados también fachos.
Estar presente en las redes sociales ahora en un negocio. Se cobra y se paga para atacar a la izquierda y no podemos ocultar que muchos son muy buenos en victimizarse. En ese ring virtual pulula la provocación pura y dura que abona constantemente a que ambos grupos se hagan más y más fuertes.
En la actualidad, estamos frente a una especie de informadores; ante un grupo de personas que creen ser periodistas y que están invadiendo los espacios de los verdaderos comunicadores. Este grupo manipula la información a su antojo y conveniencia y bloquea los espacios para la denuncia. ¿Cómo evitarlo? Es muy difícil porque mientras los medios de comunicación estén supeditados a sus anunciantes y éstos al gobierno, como el mayor de sus clientes, ninguno de estos anunciantes querrá afrontar las consecuencias de hacer negocios con un medio que critica el quehacer gubernamental.
Las ONG nacieron a finales de la década de los 80, como organizaciones no gubernamentales destinadas a hacer el trabajo que la administración pública no tenía capacidad para ejecutar. Para los países cooperantes resultaba mejor canalizar los recursos a través de las ONG debido a la corrupción que florecía. Pero, de repente los corruptos encontraron en estas organizaciones la forma de evadir la fiscalización y entonces, la guerra contra las ONG se justificó. Sin embargo, cuando estas organizaciones se perfilaron como entes en pro de la justicia, en defensores de los Derechos Humanos, en enemigos de la corrupción, en promotores de la participación ciudadana para hacer política, dejaron de ser convenientes para ciertos personajes, quienes montaron engranajes para señalar a las ONG y a sus dirigentes. Hoy, esos señalamientos persisten y se fortalecen debido a la desunión que impera entre las organizaciones no gubernamentales.
Y gracias a esa desunión y al problema de la guerra rusa, los fondos para las ONG son cada vez menos y menos también son los proyectos por ejecutar, lo que nos distancia más y nos pone en competencia en lugar de fortalecernos mediante una alianza estratégica, como la que proponemos, con el fin de optimizar lo poco que hay en contra de los muchos que se oponen.
Gracias a la desunión y confrontación nada hacemos por ese y otros temas que debilitan la institucionalidad. ¿Qué hacemos, por ejemplo, para evitar las candidaturas de quienes no merecen ser inscritos? ¡Nada! Como nada hacemos para defender a quienes sí lo merecen. Esa inacción nos divide a los que tenemos cierta injerencia y nos hace quedar mal ante los que no la tienen. Esa indiferencia, y claro, el desprestigio de la clase política es la responsable del fracaso de la campaña de empadronamiento, de que no haya interés en ir a votar, y de verdad NO SE VALE que no hagamos algo para evitar seguir desunidos y confrontados.
LA HORA DEL CUSCÚN. La frase de la semana, una frase empleada cuando se habla de comida. El diccionario de americanismos refiere la palabra con el significado de comida o alimentos. Hoy día se considera un chapinismo, pero su origen es ancestral: kun igual a comida. “Es hora del cuscún” cuando es la hora de ingerir alimentos.