Roberto Alejos Cámbara
El Consejo de Estado de 1982 creó una Comisión que sería su brazo político y, como tal, la encargada de dar vida al proyecto hacia la ruta de la democracia. Este rumbo fue ampliamente respetado por el general Óscar Mejía Víctores, a pesar de que una vez tomó posesión -relevo de mando- disolvió el Consejo.
Recordemos que lo que inicialmente fue un triunvirato conformado por Horacio Maldonado Schaad, Francisco Gordillo y José Efraín Ríos Montt, terminó en la autoproclamación de este último como Presidente, aunque las divergencias suscitadas con los grupos militares motivaron su urgente reemplazo, llegando a tomar posesión Mejía Víctores, quien el 28 de septiembre de 1983 anunció la disolución del Consejo, argumentando razones económicas.
Hablar de la ruta hacia la democracia, tal como se discutió y se aprobó, tiene su importancia histórica puesto que incluyó la creación del Tribunal Supremo Electoral (TSE), la forma de convocar a elecciones, la participación amplia de los partidos políticos, así como la reducción de la edad y otros requisitos para ser candidato a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), incluso poder participar a través de un comité cívico. Es significativo, además, referirse a la única prohibición: no haber formado parte de los últimos tres gobiernos, es decir, la gestión de Lucas García (1978-1982) Ríos Montt (1981-1983) y Mejía Víctores (1983-1986).
Muchos de los liderazgos de ayer no han cambiado y permanecen para bien o para mal. Por lo tanto, es esencial identificar a esas figuras que conformaron el Consejo de Estado de 1983 y que ejercen influencia actualmente. Una de ellas es Raquel Zelaya, Directora y Presidenta de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asies), institución creada en 1979, quien ha ejercido influencia en los gobiernos, tanto después del golpe como en el retorno a la democracia.
Otro personaje fue Rubén Amílcar Burgos Solís, integrante de la Comisión Política del Consejo y activista de la Democracia Cristiana Guatemalteca (DCG). Fue el primer Director del Instituto Centroamericano de Estudios Políticos (INCEP) con proyección a la formación y capacitación política; fue asesor de Jorge Serrano Elías y formó parte del acuerdo de Querétaro, dirigiendo la elaboración y discusión sobre los derechos de los pueblos indígenas.
También me gusta escribir sobre las herencias que se llevan en la sangre, como es el caso de Óscar Clemente Marroquín Godoy, quien heredó tanto de su padre como de su abuelo, el recordado vicepresidente de la República, la sangre revolucionaria y la congruencia de sus acciones y palabras. Esas virtudes las ha heredado a su descendiente Pedro Pablo Marroquín, Director de este medio de comunicación. Oscar Clemente mantiene firme su forma de pensar y su influencia en muchas de sus participaciones, como lo es el caso de cuando fue Concejal Primero en la gestión de Manuel Colón Argueta de quien guardo admiración.
A principios de su gestión, el presidente Alejandro Giammattei hizo pública su intención de conformar un Consejo de Estado, lo cual por supuesto no se concretó. ¿Será que el Presidente estaba consciente de la debilidad del actual Congreso? ¿De la debilidad de los líderes actuales y de la obligatoriedad de incluir a figuras notables que no quieren ser involucrados?
¿Qué correspondería hacer para que personas como las que figuraron en el Consejo de 1982 o sus descendientes, que son conscientes de la necesidad de una Guatemala diferente, quieran involucrarse? Urge el diálogo y la negociación. ¡Hoy más que nunca… es urgente! CONTINUARÁ