Roberto Alejos Cambara
Creo que cursaba cuarto o quinto primaria cuando por primera vez escuché que alguien tenía que salir del país porque era perseguido por el gobierno. Tuvimos que organizar una pequeña reunión a modo de despedida para una compañerita del salón quien, junto a su familia, partiría hacia México porque su papá era perseguido y sus vidas corrían peligro.
Tras la decisión de mi papá en ser candidato a diputado por la oposición representando al departamento de Retalhuleu, mi experiencia fue real. Su candidatura fue por Frente Nacional de Oposición, integrada por personas de la Democracia Cristiana (DC) lo que después fue el Frente Unido de la Revolución (FUR), el Partido Revolucionario (PR).
No tuve la oportunidad de platicar con mi padre para saber por qué muchos de los que eran parte del PR fueron parte de esa alianza. El Movimiento de Liberación Nacional (MLN) y el Partido Institucional Democrático (PID) del ex ministro de Gobernación Donaldo Álvarez Ruiz, fueron las dos agrupaciones que en alianza se llevaron la presidencia para Shell Eugenio Laugerud García. En esa campaña me interesé por escuchar a candidatos alcaldes, a candidatos a presidente; puse más atención a la Huelga de Dolores al fin eran medios para decir la verdad, la Prensa no podía.
Mi papá, aun encabezando la planilla no tuvo la diputación, entonces fue la primera vez que escuché hablar de fraude electoral, fue la primera vez que escuché a mi familia hablar de que se perdió lo poco que se había logrado hacer con mucho esfuerzo porque las campañas en ese entonces se sostenían con el dinero propio de cada candidato y no de la forma como se maneja actualmente el financiamiento.
Lo que puedo afirmar con certeza es que esa experiencia no minó la mente revolucionaria de mi señor padre y mucho menos motivó alejamiento con Manuel Colom Argueta y todo aquel grupo que soñaban y peleaban por una Guatemala diferente, una Guatemala justa, solidaria y equitativa, y ante todo respetuosa de los Derechos Humanos.
Los militares estaban conscientes de que las cosas no podían seguir así y tomaron la decisión de no continuar en alianza con la extrema derecha anticomunista y buscaron acercamiento con el Partido Revolucionario, con gente de reconocido prestigio, el general Romeo Lucas García buscó al doctor Francisco Villagrán Kramer un revolucionario, pero sobre todo un reconocido intelectual para que fuera su candidato a la vicepresidencia.
Recuerdo que estábamos de vacaciones apartados de la próxima campaña electoral, pero con la mente en la política, cuando mi papá recibió una llamada de Napoleón Alfaro García quien después sería el Secretario General del Partido Revolucionario. La llamada fue para ofrecerle que fuera su compañero otra vez por Retalhuleu, recuerdo decir a mi papá “La vez pasada fui en la primera casilla y no quedé ¿cómo voy a quedar en la segunda? además, no tengo nada que aportar”. La respuesta inmediata fue “no tenés que aportar un centavo y algo te puedo decir, esta vez vamos con los ganadores”
Y efectivamente así fue, Lucas García y Villagrán Kramer ganaron la presidencia y obtuvieron mayoría en el Congreso, un Congreso de apenas 60 a 65 escaños, donde todo era con mayoría relativa, –de este tema escribiré después–. Entre gritos de fraude como el anterior pero esta vez un fraude más por miedo que por robo de urnas y papeletas. A la gente se le amenazó con no dejarlos salir del país o con quitarles sus plazas, fue un tema más de presión.
Algo que podría pasarnos en estos días. O todavía no lo vemos como algo posible? Si algo estamos viviendo es una presión constante por hacer o por no hacer lo que deberíamos. Hasta los actores son los mismos, aunque ahora se les suma el narco y sus negocios asociados. (Continuará).