José Roberto Alejos Cámbara

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José Roberto Alejos Cámbara

El 1 de agosto del 84 se instalaba la Asamblea Nacional Constituyente. El parlamentario con más años y experiencia, don Luis Alfonzo López, dirigió el debate interpartidario para elegir a la Comisión Coordinadora. Comisión que presidió Carlos Molina Mencos en la sesión preparatoria donde se eligió la Junta Directiva Provisional presidida por Alfonso Cabrera. Esta dio protesta y juramentó a los diputados electos, aprobó un procedimiento para elegir a la Junta Directiva, que tuvo a su cargo elegir y establecer la forma en la que se llevaría a cabo la sesión solemne de instalación.

Aquí empecé a ver la astucia que sólo da la experiencia y la capacidad de quienes se preparan para su puesto. Rafael Téllez García (gran amigo) llegó tarde con la intención de ser juramentado él solito, después de la juramentación general.  Sin embargo, Cabrera no le dio posesión y con gritos y exigencias pasó, besó la bandera y salió a la calle bajo la lluvia acusándolo de dictador.

Bajo mi asombro, vi por qué no pudo estar en la solemne y fue juramentado después. Qué muestras de lo que se venía. Con respeto a la ley, a las normas básicas del debate y manteniendo el orden y la disciplina, las discusiones serían una escuela para sobresalir políticamente y al mismo tiempo cumplir con un mandato de la población que tanto había esperado para que este proceso se diera.

Como ustedes saben, la Constituyente tuvo una Junta Directiva con una presidencia rotativa, de tal forma que cada mes la dirección estaba en manos de tres partidos distintos y de diferente posición ideológica: UCN, MLN y Democracia Cristiana. Este sistema de acuerdos y de intenciones para aprobar una Constitución, sin carga ideológica tan fuerte como las Constituciones anteriores.

Sin embargo, esto fue posible gracias a normas parlamentarias y acuerdos. Y lo primero que la Asamblea debatió fueron las normas de procedimiento para la discusión y aprobación de la ley del régimen interior de la misma.

Lo mismo ocurrió con la primera legislatura y con la legislatura de las reformas constitucionales del 93. Y, probablemente desde esa fecha cambiaron las cosas, pues fuimos aprobando reformas a esta ley y mezclando las reglas del debate parlamentario con temas administrativos, hasta crear una Instancia de Jefes de Bloque que le quitó el poder de toma de decisiones a los comités ejecutivos, creando plazas que no existían y menos su distribución.

Esto incluye mi período cuando hicimos cambios a la ley, posterior a la pérdida de los 80 millones de los fondos privativos, así como para poder hacer uso del tablero electrónico con el fin de trasparentar la actividad legislativa.

Pero hoy, ese mismo tablero nos da muestras de cómo el sistema fallido y cooptado se impone, cuando se tardan lo que sea necesario votando con el tablero abierto, hasta que consiguen los votos que les faltan, o cómo lo desconectan para manipular aún más que cuando se manipulaban las votaciones en la época que era a mano alzada.

La pregunta aquí es: ¿Son las normas parlamentarias las que hay que cambiar? o ¿Es el sistema para cambiar a las personas que se encargan de aplicar estas leyes? ¿Se cambió el debate ideológico por los insultos, es por falta de ideologías o de capacidad?

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