José Roberto Alejos Cámbara

post author

José Roberto Alejos Cámbara

Entre las críticas a las columnas sobre la necesidad de reformas electorales y constitucionales, llama la atención la manifiesta oposición a reformar o cambiar lo que tenemos y en cambio se inclinan por construir algo nuevo e incluso otros hablan de la refundación del Estado.

Refundar un Estado como producto de lo que los Constituyentes del 85 llamamos “un acuerdo basado en el diálogo y la negociación” y como en aquel entonces, tomar lo mejor del pasado, manteniendo lo que efectivamente está funcionando en la actualidad y pensar en cambios profundos de cara al futuro de las nuevas generaciones.

La Comisión para la Actualización y Modernización Electoral (CAME) no recogió todo lo que se esperaba y ahora es la Comisión pertinente del Congreso la que paga las consecuencias por la poca credibilidad en el sistema, especialmente lo que atañe al Legislativo. ¿Qué corresponde? Una convocatoria para realizar la reforma profunda y adecuada ante la situación nacional que es el reflejo de un sistema frágil, de un sistema fallido, cooptado y corrupto; además desprestigiado y carente de credibilidad.

Pero, ya sea con el sistema vigente, cambiando la Ley Electoral que permita viabilidad a otro tipo de gobernantes, o convocando a una Asamblea Nacional Constituyente para trazar la nueva ruta hacia lo incluyente y lo participativo, al bienestar con equidad y verdadera justicia social, el diálogo y la negociación son más que necesarios, quizá incluso, indispensables. Pero ¿quién convoca? ¿Quién dirige? ¿Quién ordena? ¿Quién tiene la capacidad de frenar esta confrontación provocada por la defensa de intereses individuales y grupales que nos dividen intencionalmente?

Recién inmerso en la política y ya como integrante de la Asamblea Nacional Constituyente, los miembros de mi partido, el Partido Revolucionario (PR), decidieron darle un reconocimiento a Jorge Torriello con motivo de la conmemoración de la Revolución de Octubre del 44. Me opuse, no porque tuviera algo en contra de aquel personaje parte de nuestra historia, sino porque en ese momento aquel acontecimiento no motivaba en nada a los jóvenes, a pesar de mi férrea postura no pude evitarlo.

No obstante, el famoso miembro del triunvirato no llegó a recibir la distinción, por el contrario, criticó y atacó la intención, nos acusó de querer adueñarnos de un movimiento legítimo y popular y de usarlo políticamente, nos atacó desprestigiando al partido. Fui autorizado para responder y devolver los ataques lo que significó una confrontación que derivó en ser el único constituyente que tuvo proceso de antejuicio al ser demandado por difamación y calumnia.

Aunque el antejuicio no prosperó, llevó a una confrontación desagradable y nada productiva de la cual me arrepentiré toda la vida. Además, el pronóstico de Torriello se cumplió. En la primera oportunidad que tuvimos de platicar sobre lo sucedido me dijo “Algún día un joven insolente te hará lo mismo y te faltará el respeto, te hará pasar por la misma tontera que me hiciste pasar”.

Ya en varias ocasiones lo he advertido a los famosos dignatarios de la nación, no nos ataquen, no nos subestimen porque al defendernos como ciudadanos vamos a confrontarnos y llevamos las de perder. Lo mismo pronóstico para la nación, mejor entremos a un proceso de diálogo y frenamos esta confrontación por intereses mezquinos que nada bueno ha dejado y entrémosle a la REFUNDACIÓN.

 

Artículo anteriorCuba, a las calles por la revolución.
Artículo siguienteEl aprendiz de dictador