José Roberto Alejos Cámbara
La reforma electoral me apasiona, no solo porque fui parte de la Comisión que discutió el tema y me facilitó la oportunidad de convertirme en alumno de políticos astutos y de valiosa experiencia como Alfonso Cabrera Hidalgo, Antonio Arenales Forno, Carlos González Quezada, Rudy Fuentes Sandoval, René Arenas y de gente joven e inquieta como Víctor Hugo Godoy, sino porque tuve la oportunidad de asesorar a grupos que participaron en la Comisión para la Actualización y Modernización Electoral (CAME) y actualmente compartiendo cursos de negociación y diálogo para evitar que esta iniciativa provoque confrontación y facilite escenarios para fortalecer el tema.
No es sencillo, porque además del análisis de temas, muchos de ellos, los más sensibles, necesitan someterse a la línea de reforma constitucional para lograr concretarse. Hay que atreverse a cambiar los distritos electorales y no continuar con el sistema de considerar cada departamento como distrito, y que su tamaño determine el número de diputados dejando puerta abierta a que el número de legisladores sea elevado para determinadas regiones mientras que, por ejemplo, El Progreso solo pueda optar a dos ¡Eso fue gracias a la reforma! porque anteriormente era solo un representante legislativo por ese distrito. Subrayo que tampoco se trata de hacer minidistritos que solo ayudan al bipartidismo (de lo que ya hablamos).
Lo que la población pide a gritos, es la no reelección de diputados, quizá podría ser establecer un periodo de por medio para optar nuevamente a una curul, para candidatear, según la jerga política; porque como está el sistema todo va contra la carrera parlamentaria que quisimos crear. Pero lo que definitivamente provocaría un cambio profundo, sería cambiar el periodo de elecciones de diputados y quizá de algunas municipalidades y que estas no coincidan con la elección presidencial, la propuesta sería hacerlas a mitad del periodo.
Vimos recientemente que en El Salvador y en México, los presidentes recibieron apoyo al contar con más diputados y distritos productos de las elecciones respectivas; y en otros países se dio el caso en que quitarles la mayoría en el Congreso y el control de distritos importantes fue decirles “no estamos de acuerdo con este gobierno y les quitamos fuerza”.
Habría que estudiar la posibilidad de establecer como requisito, como lo es para alcaldes y gobernadores, que los candidatos al Congreso sean vecinos del lugar, algo que actualmente no es obligatorio y que facilita la reelección de los no deseados porque han optado por cambiar de distrito lo que permite dejar en el olvido el mal trabajo que realizaron, en donde fueron electos con anterioridad.
Parte del fortalecimiento de los partidos políticos sería la elección de gobernadores y que no sea por nombramiento desde el Ejecutivo. Estos personajes son ejecutores de enormes presupuestos, tiene más poder incluso, que los alcaldes que son electos democráticamente. Para evitar la venta de las casillas para elección de diputados por listado nacional, se debe regresar a la idea original de ir amarrados a la papeletea presidencial y ahora introducir ser afiliados por lo menos dos años antes, esto constituiría una verdadera representación de su partido.
El tema de las candidaturas independientes y de la Comisión del Congreso que tiene a su cargo la reforma, merecen una columna específica. ¡Pendientes!