Raul Molina Mejía

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Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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Raúl Molina

Este 20 de Octubre conmemoraremos dos procesos revolucionarios históricos para Guatemala. El primero, las luchas en 1944 contra la tiranía de Jorge Ubico, que culminaron con el triunfo del Pueblo en ese día. El segundo, el proceso de años de resistencia frente a la dictadura de la corrupción, cada día más opresora, sumado a la resistencia de cinco siglos de los pueblos indígenas, que en esta fecha está a punto de derrotar el intento de “autogolpe de Estado”, con miras a desmantelar la “maquinaria de la corrupción”. Se aprovechó el triunfo del Movimiento Semilla, el 25 de junio (victoria electoral en el día de homenaje a la maestra María Chinchilla, asesinada por las tropas de Ubico). Analistas políticos consideran que un movimiento insurreccional es una revolución cuando las condiciones socioeconómicas y políticas son transformadas profundamente. El proceso del 44 fue una revolución, porque se pasó de una dictadura a la democracia, y de la mezcla de feudalismo y capitalismo salvaje a modernización capitalista.

El proceso actual es también una revolución, porque la Guatemala de antes del 25 de junio, sometida por la dictadura de la corrupción, ya no existe. En el intento de regresar a la condición anterior, la “maquinaria de la corrupción”, conducida por el sector mafioso del CACIF, se ha desenmascarado, sacando a luz todos sus instrumentos: Poder Ejecutivo, MP, partidos políticos deshonestos de extrema derecha, CSJ, el Pacto de Corruptos en el Congreso y, ciertamente, la CC. Más importante aún es que se han producido esfuerzos de unidad entre las fuerzas políticas y sociales honestas de una magnitud nunca vivida anteriormente, constituyéndose en poder real. Se ha generado así el proceso de colapso de la “Patria del Criollo”, ese Estado en el cual desde 1954 los ricos y los intereses extranjeros hacen lo que quieren. De ahora en adelante, hasta que se establezca un nuevo tipo de Estado con una nueva Constitución, las Autoridades Ancestrales, que han tomado la iniciativa de defender la democracia y garantizar el respeto a la voluntad popular, contando con el apoyo de la sociedad civil, tienen el peso necesario para contrarrestar al CACIF. No más colonialismo y despojo.

Se habla de un posible “cuartelazo constitucionalizado” para conservar el poder, que pocos en el país y nadie en la comunidad internacional se tragaría. Pasaría, según los planes secretos urdidos por las y los golpistas, por el desconocimiento del TSE, la anulación de las elecciones y la presidencia fraudulenta de Conde u otro títere, todo sancionado como “legítimo” por la CC. Aún si esta quimera se hiciera realidad con violencia militar, el CACIF y el crimen organizado conseguirían poner un gobierno apenas por un período muy limitado. La combinación de la lucha ciudadana interna y las acciones de la comunidad internacional lograrían su caída en plazo breve. La desaparición de la “Patria del Criollo” es tan irreversible como la fue la segregación en EE.UU. y el apartheid en Sudáfrica. Confío en que la revolución actual, que será muy intensa este 20 de octubre, producirá pronto una nueva “Primavera Democrática”.

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