Raul Molina Mejía

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Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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Raúl Molina

La Revolución que conmemoramos no es sólo fecha histórica, por haber dado vida a la única etapa democrática y soberana de Guatemala de 1944 a 1954 y por haber constituido el parteaguas entre relaciones feudales de producción y un bosquejo de capitalismo moderno, sino que también por haber generado todas las luchas que se han dado en el país en los pasados setenta y ocho años. No solamente es símbolo de la eterna rebelión del Pueblo de Guatemala; es, igualmente, crisol de las múltiples modalidades de resistencia que se han adoptado, todas válidas, incluido el derecho a la rebelión en momentos ineludibles. Se vio en la celebración de este 20, con todas las corrientes sociales y populares planteando sus demandas y demostrando sus esfuerzos por lograrlas, destacándose movimientos recientes, como la Resistencia Universitaria a la imposición de un falso rector y la Convergencia Nacional de Resistencia para enfrentar al régimen dictatorial, ladrón y corrupto que estrangula al país. No nos hemos centrado en los análisis históricos, por muy valiosos que sean, ni en los necesarios análisis de la ciencia política que busca precisar los mecanismos imperantes de dominación y eliminación de la democracia, porque en la coyuntura actual ha llegado el momento de la acción, de la praxis, de buscar resultados irreversibles, para la efectiva liberación del Pueblo guatemalteco.

La expresión revolucionaria no se limitó a la marcha de trabajadores y campesinos, acompañados de sectores revolucionarios, como había sido la práctica de muchos años. En esta ocasión ocuparon su lugar junto a ellos los pueblos indígenas, no solamente en la capital, sino que en todo el país; al igual que las mujeres, las y los jóvenes, particularmente estudiantes universitarios y de secundaria, sectores populares y sectores marginados y discriminados, capas medias, particularmente docentes universitarios, intelectuales y artistas, y aún integrantes honestos de partidos políticos progresistas. Desde el extranjero se enviaron mensajes de acompañamiento y, más importante, se avanza en la coordinación de esfuerzos para apoyar las luchas internas. Reconozco que estamos apenas en los albores de la construcción del movimiento que derrocará a la dictadura legalizada de la corrupción, que busca desesperadamente el sostén del CACIF y de los Republicanos trumpistas. Todavía la “maquinaria de la corrupción” se anotará algunas victorias pírricas, como continuar con las inmorales CC y CSJ, instrumentalizar PDH y CGC, y organizar, con la complacencia del TSE y las fuerzas armadas, un proceso electoral a la medida del régimen. Pero en todo encontrará resistencia jurídica y política, así como barreras de autoridad moral, que socavarán constantemente los pilares de la corrupción. Para perpetuarse, el régimen necesita éxito en el proceso electoral. Para ello, cuenta con fondos y fraudes; pero no cuenta con votos. Decisión de este 20 de Octubre es el “voto castigo”. Sabemos por quiénes no votar; de hecho, quienes más gasten en campaña se auto-señalarán como opción que hay que rechazar. La Resistencia debe apuntar a “cero votos para mafiosos”.

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