Raul Molina Mejía
Desde muy temprano, el jueves, 29 de julio, pueblos indígenas y el movimiento social y popular, con acompañamiento de diputados y dirigentes de oposición al régimen, organizaciones de mujeres y de universitarios y la ciudadanía en general, procedieron a cortar vías de transporte y a hacer acto de presencia en plazas y puntos clave del país, para exigir la renuncia de Consuelo Porras, como Fiscal General, por encubrir actos de autoritarismo, robo, corrupción e impunidad en los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial y la renuncia de Alejandro Giammattei, por su incapacidad y deshonestidad en el desempeño de la primera magistratura. Se podrían sumar muchas exigencias más; pero éstas solamente podrán ser satisfechas si se desmorona la “dictadura de la corrupción”, corregida y profundizada luego de cuatro años de Jimmy Morales y el período de Giammattei. La esperanza de recomponer el Estado y dar respuesta a las necesidades de la población, castigada por la pandemia y saqueada por la politiquería y sus financistas, se abrirá paso una vez sean expulsados de sus puestos quienes hoy concentran la indignación ciudadana. De no proceder a las renuncias, como se pidió hoy por todo el país y desde la diáspora, se estará reactivando en Guatemala el “estallido social”.
Las manifestaciones y acciones de hoy fueron un éxito. La convocatoria y la conducción del paro llegaron del interior del país, es decir, desde la población marginada por el Estado clasista y racista, gente que las élites desprecian y oprimen. Los motores de la movilización han sido la muerte, el hambre y la miseria, que el desgobierno, el saqueo y la corrupción generalizada han profundizado, en tanto que el sector privado presume de buen rendimiento –ganancias y oportunidades– durante la pandemia, con beneficios solamente para los ricos. La paralización parcial que se logró hoy afectó a ese sector privado y a sus sirvientes en el Estado; pero ha sido apenas el inicio de las medidas que los sectores populares implementarán. Se ha dado un compás de espera militante para que las renuncias se produzcan, al tiempo que se han planificado nuevas y más contundentes acciones en los días venideros, cuando otras organizaciones campesinas y sindicales se sumen.
La fuerza del movimiento, verdaderamente nacional al producirse en los veintidós departamentos, retirará a Porras y Giammattei, ya sea por voluntad propia o al ser capturados y apresados por presión del Pueblo. Debemos prever qué hacer al ya no estar en sus cargos. Seguir el proceso por ausencia del presidente no es válido hoy, porque los tres Poderes del Estado están carcomidos por la corrupción. Ha sido la mafia que desgobierna la que ha hecho colapsar el Estado de Derecho y, por consiguiente, debe el Pueblo ejercer la soberanía de la cual es depositario, nombrando una Junta Civil de Gobierno. Hay muchas personas capaces y probas que cuentan con el reconocimiento de la ciudadanía; pero, dada la lucha por la dignidad que se ha venido dando, hay dos criterios que no pueden soslayarse: la paridad de género y la representatividad de los pueblos indígenas. ¡Hay que escribir una página inédita de la Historia!