Raul Molina Mejía

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Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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Raul Molina

Desde el triunfo de la Revolución del 20 de Octubre de 1944 se ha celebrado el “Día del Maestro”, en homenaje a María Chinchilla, quien fuera asesinada por la policía de la dictadura el 25 de junio de 1944. Mucho ha pasado desde entonces, y debe ocurrir aún más, para identificar el pleno significado de la lucha revolucionaria en la Historia nacional. Se oficializó el día solamente en 2006 y, pese a lo reciente, se conservó el nombre en masculino. Hoy aporto un nombre a la altura del momento y analizo el papel del magisterio en la coyuntura actual, caracterizada por la crisis económica, social, sanitaria, política y ética que vive el país. Si bien la condición de maestro/maestra se extiende a todas las personas que contribuimos a los procesos de enseñanza-aprendizaje, en todos los niveles de la formación humana, así como que el magisterio nacional abarca a las y los educadores de la educación privada, señalo la trascendencia histórica de quienes han sido consecuentes con la Revolución de Octubre, ayer y hoy. A ese magisterio nacional le debemos que la memoria de la gesta no fuese cercenada, como lo fueron la mayoría de los logros alcanzados, con la intervención estadounidense en 1954. La ilusión de la “Primavera Democrática” fue transmitida en las aulas, desde párvulos hasta la universidad nacional y autónoma, y se ha mantenido como llama viva que convoca al compromiso transformador. Ese magisterio nacional, el de los diez años de docencia revolucionaria, se mantuvo en la resistencia al perderse la soberanía nacional y logró contribuir a las luchas del pueblo guatemalteco a lo largo del conflicto armado interno hasta la firma de la paz.

En mi visión del período histórico luego de la firma del Acuerdo de Paz Firme y Duradera, identifico la intención de los “poderosos” de cooptar el sistema educativo, como también lo han hecho con la USAC. Más que tomar la asociación de maestros y maestras, se optó por manejar y manipular la adjudicación de plazas por el Ministerio de Educación para ir “despolitizando” al gremio. Quedarse sin trabajo por razones ideológicas o acciones ciudadanas pasó a ser el riesgo principal. Fácil fue así cooptar a la asociación. Joviel Acevedo fue dirigente magisterial que mantuvo la lucha de maestros y maestras por encontrar mejores condiciones para su labor; pero llegó al punto de negociar con el poder y no luchar contra él. Su desempeño ha sido lamentable ante Jimmy y Giammattei, lo que ha provocado gran desprestigio. Es éste el peor momento para que el magisterio se pierda, porque le correspondería luchar por el comportamiento ético. Si las nuevas generaciones se deforman en la cultura de la delincuencia, corrupción e impunidad, quedará sacrificado el futuro nacional. Las y los maestros probos deben rescatar a su magisterio y la asociación que lo representa. No es fácil, ya que implica riesgos personales y colectivos; pero no queda alternativa. Al reiterar el homenaje a las maestras y los maestros, y evocar la imagen de María Chinchilla, como ejemplo, les insto a no claudicar y mantener el ineludible compromiso histórico por lograr la Guatemala que el Pueblo se merece.

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