Raúl Molina
La clase dominante quiere celebrar “su” bicentenario, mientras las clases oprimidas ven con indignación que no hay nada a festejar, menos con la prostitución de la justicia por el Estado secuestrado. La justicia prostituida crece con el asalto de la Corte de Constitucionalidad (CC), ante la impotencia ciudadana y la pasividad de Washington –amenazó con sanciones y luego hizo el ridículo con su lista de corruptos, dando aval a acciones de la “maquinaria de la corrupción” y siendo cómplice de las mismas. La CC no servirá para defender la Constitución y amparos justos; hoy defiende delitos, abusos e impunidad de los politiqueros y los brutales crímenes del conflicto armado interno –doscientos mil asesinatos; cuarentaicinco mil desapariciones forzadas, es decir, secuestros en vehículos del Estado, prisión inhumana en centros militares, torturas físicas y mentales, muerte y desaparición definitiva; y acciones de genocidio y tierra arrasada en más de quinientas aldeas mayas.
Con el escudo de la nueva CC, se persigue a las personas que han osado utilizar la ley para sancionar a criminales impunes y rateros del tesoro nacional. Se han trastocado los papeles: juzgan delincuentes y criminales y las personas honestas son sometidas a juicio con pruebas inventadas por los fiscales, con aval de la Fiscal General. Lo hacen a plena luz, para que las personas probas y honestas “aprendan” que la Guatemala del bicentenario es de los autoritarios y corruptos. Las persecuciones desatadas en días pasados, al perderle el miedo a las listas estadounidenses, son burdas y han sido realizadas con abuso y arrogancia. No les importa que Claudia Paz y Gloria Porras, dos perseguidas por la delincuencia que gobierna, se hayan reunido con la Vicepresidenta Harris; se sienten como dioses, sin dar cuentas a nadie, y no dejarán de despreciarla durante su próxima visita. La justicia prostituida viene actuando por años contra quienes defienden derechos humanos sustanciales -defensores de la naturaleza; de tierras, territorios y recursos de los pueblos indígenas; y luchadores contra la corrupción y la impunidad. Se multiplican los “presos políticos”, bajo la acusación de transgresores de la ley, como César Montes, privado de su libertad y amenazado físicamente, con “pruebas” que irían al desagüe en cualquier tribunal honesto del mundo.
Para quienes aceptan la justicia prostituida, dirigida desde la CSJ y el MP, rememoramos la práctica nazi de retorcer la ley, para quedarse con los recursos judíos, que culminó con el encierro en guetos y la eliminación física de millones en los campos de exterminio. Los nazis no comenzaron matando; primero retorcieron la ley para despojar de derechos humanos y ciudadanos. La justicia prostituida de nuestro país es germen del fanatismo fascista. Sostengo que debemos defender a las personas que se han enfrentado a la “maquinaria de la corrupción”, usando la ley y la denuncia, nacional e internacional. Corresponde organizarnos de todas las formas posibles, construyendo redes de apoyo mutuo y sin cesar en labores de resistencia; somos la inmensa mayoría del país y aun sin armas debemos prevalecer.