Como parte de comportamientos humanos que permanentemente se observan y se multiplican en la dinámica de vida, encontramos a menudo que las enfermedades bucales no son consideradas como tal por la población, pues se tienen identificadas como algo que ocurre debido a la edad en la creencia popular, es decir las enfermedades bucales son dolencias que deben de ocurrir en la vida del ser humano, por ejemplo, son similares al hecho de que el cabello de las personas se ponga canoso, le salgan arrugas en el rostro, o manchas en las manos, es decir, se cree que es algo natural, que se espera que ocurra en la medida en que los años y la edad avancen.
Este pensar comunitario ocurre porque históricamente las enfermedades bucales han estado olvidadas y marginadas del menú de atención de las entidades encargadas de velar por la salud, es decir, la comunidad debido a esta marginación sistemática, no sabe valorar la salud bucal y no sabe nada de sus orígenes y causales de estas enfermedades, del daño que ocasionan, de su incidencia en otras enfermedades y de las complicaciones que pueden darse con otros cuadros epidemiológicos, debido a su presencia. Sin embargo, cuando revisamos la historia encontramos que nuestros antepasados, los Mayas, sí le prestaban atención, pues existen grabados y restos humanos, que así lo demuestran. Entonces, podríamos decir que esta marginación no es una construcción histórica, es un pensamiento y conducta que se modela poco a poco, debido al interés que en tiempos más recientes se presta a las enfermedades tradicionales, en donde las enfermedades bucales no figuran como tal y no son prioridad de las empresas farmacéuticas ni de las autoridades de salud. Lo que ocurre es que como las enfermedades bucales se van resolviendo de una vez y en la medida que se avanza con el tratamiento, éstas no dejan margen de maniobra para los intereses comerciales que con frecuencia se dan alrededor de la medicina tradicional, en donde se observa cómo los diversos tratamientos que se practican, no curan, solo alivian, este comportamiento poco ético, a la larga es una forma mafiosa de ir postergando la solución de los problemas de salud con tal de obtener más ganancias de ellos. En el caso de las enfermedades bucales no existe la posibilidad de aliviar, en la práctica de la odontología, las enfermedades o se curan o se curan, no existe otra alternativa.
Sin duda alguna en la modelación de esta conducta marginal, en que las instituciones de salud tratan a las enfermedades bucales, la no existencia de políticas y estrategias ministeriales para tratarlas, constituye un factor determinante para que en la actualidad, no sean percibidas como tal, por la población y por las mismas entidades de salud, que solo replican un comportamiento institucional interesado el cual se ha venido teniendo desde hace ya muchas décadas.