Iván Ibarra Randmets
Joven de 18 años apasionado por la economía, debate, emprendimiento. Con la visión de poder expandir el debate a nivel nacional y formar a guatemaltecos con pensamiento crítico.
Correo: ivanibarrarand@gmail.com
Instagram: @ivan_i
Es común asociar la palabra “debate” con disputas, gritos o discusiones acaloradas; sin embargo, el debate competitivo a nivel escolar y universitario trasciende esta percepción. Existen tres formatos principales: World Schools, Parlamento Británico y Modelo de Naciones Unidas (MUN). El presente artículo se centra en los primeros dos, los más utilizados en competencias formales de debate.
En términos generales, el debate competitivo inicia con el planteamiento de una moción, por ejemplo: “Esta Casa prefiere las estrategias de terapia de shock a las reformas paulatinas para combatir la corrupción en Guatemala”; con base en este argumento dos bancadas se enfrentan, una defiende la moción (proposición) y la otra se opone (oposición). El objetivo no es tener razón moral, sino convencer a un panel de jueces -que actúan como un “votante informado promedio”-, mediante el uso de argumentos lógicos, estructurados, bien desarrollados y refutaciones.
La práctica del debate ofrece múltiples beneficios, aunque muchas veces éstos no son evidentes de manera inmediata. En primer lugar, mejora el pensamiento crítico, la oratoria y la capacidad de hablar en público; no es tarea sencilla improvisar discursos de siete minutos sobre temas complejos que, en la mayoría de los casos, los participantes conocen apenas quince minutos antes de comenzar a debatir. Para expresarse de manera convincente, lógica y persuasiva, se requiere estructura, agilidad y organización mental, habilidades que son adquiridas con la práctica y se vuelven invaluables en la vida cotidiana.
Debatir también fortalece la empatía, ya que muchas veces los participantes deben defender ideas que no coinciden con sus creencias o valores. Además, fomenta la escucha activa para formular contraargumentos en tiempo real y de manera eficiente. Finalmente, insta a los jóvenes a mantenerse informados sobre temas de actualidad y permite conocer personas que comparten la misma pasión, con quienes se vuelve muy interesante intercambiar ideas.
En los últimos años, el circuito guatemalteco de debate ha mostrado señales de crecimiento. Recientemente se celebró el torneo nacional más grande hasta la fecha, con la participación de 44 equipos provenientes de la Ciudad de Guatemala, Alta Verapaz e incluso El Salvador. Además, este año se fundó el cuarto club universitario formal de debate en el país. Tristemente, aunque el nivel de debate en Guatemala es prometedor, existen serias limitaciones cuando se lo compara con otros países; a pesar del compromiso de muchos jóvenes, la falta de apoyo institucional y recursos formales dificulta el desarrollo competitivo a nivel internacional. La ausencia de clubes independientes representa también un reto importante, limitando el acceso a la práctica del debate para estudiantes interesados, y restringiendo el crecimiento del circuito.
Mientras que en otros países de la región como Chile o Panamá, -país sede del próximo Mundial Escolar de Debate en inglés, donde compiten delegaciones de más de 100 países- existen federaciones de debate financiadas por el Estado y entrenadores de renombre internacional, en Guatemala persiste una profunda falta de apoyo estatal e institucional.
El Estado no brinda ningún programa que visibilice el debate o incentive a los jóvenes a involucrarse en estas actividades, y a nivel institucional, los estudiantes deben valerse por su cuenta: buscar financiamiento para competir en el extranjero, contratar entrenadores -muchos de ellos costosos-, lidiar con trámites burocráticos para obtener permisos y, en ocasiones, sacrificar clases y evaluaciones. Aún más preocupante es que muchas instituciones educativas ni siquiera consideran fundar un club de debate, al no verlo como parte esencial del desarrollo académico. Esta falta de visión y compromiso provoca que numerosos talentos se desperdicien, y que el circuito nacional no alcance su verdadero potencial. Además, no existen alianzas entre universidades y colegios, ni programas formales para capacitar a jueces y entrenadores.
No todo son malas noticias; este año, gracias al esfuerzo de un grupo de estudiantes universitarios comprometidos con la expansión del debate en el país, nació la Asociación de Debate de Guatemala (ASDEG). Esta organización independiente, sin fines de lucro, tiene como objetivo brindar estructura al circuito nacional, así como apoyo y acompañamiento a jóvenes talentos.
Es gracias a ellos que Guatemala podrá participar por primera vez en la historia en el mundial escolar de debate en inglés (WSDC), el torneo más prestigioso a nivel global. Este logro es una prueba de lo que puede alcanzarse con pasión y compromiso, aún sin apoyo institucional. La realidad es que hoy en día, la responsabilidad de promover una herramienta tan poderosa como el debate recae sobre los hombros de unos cuantos jóvenes entusiastas que, sin recibir nada a cambio, enseñan a otros aquello que tanto aman.
Escribo este artículo como agradecimiento a todas las personas que me han apoyado en mi camino como debatiente, y a quienes me ayudaron a descubrir una pasión interna que muchos llevamos, pero que muchas veces no logramos desarrollar por la falta de oportunidades.
Además, me gustaría recalcar que el debate no es solo una forma de acumular títulos o trofeos, sino una herramienta transformadora: una forma de crear ciudadanos involucrados y críticos. Guatemala necesita más jóvenes que cuestionen y propongan. Extiendo la invitación a cualquier persona que sienta esa chispa interna de debatiente: atrévanse a intentarlo. Sueño con una liga nacional de debate estructurada, con apoyo público y privado, en la que cada vez más jueces, entrenadores y oradores se sumen. Solo así lograremos que Guatemala se convierta, algún día, en un referente del debate a nivel internacional.