Ingrid Julissa De La Paz
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Estudiante de Contaduría Pública y Auditoría / Ciencia Política con especialidad en Análisis Político
En un día como hoy, cuando se celebra el sacrificio y el amor de las madres en todo el mundo, es crucial detenernos a reflexionar sobre la realidad tan compleja que enfrentan las mujeres que son madres en Guatemala. Ser madre en este país no es simplemente una cuestión de alegría y celebración; es una batalla diaria contra los estigmas, el machismo, y las limitaciones impuestas por una sociedad que a menudo no valora adecuadamente la maternidad.
Desde el momento en que una mujer anuncia su embarazo, se enfrenta a una serie de expectativas y presiones sociales. En lugar de recibir apoyo incondicional, muchas veces se encuentra con miradas de desaprobación y comentarios cargados de prejuicios. En el ámbito laboral, el panorama no es menos desafiante. El machismo se manifiesta en forma de discriminación y obstáculos para las mujeres que desean equilibrar su vida profesional con la maternidad. Es una lucha constante entre ser productivas en el trabajo y dedicar tiempo y atención a la crianza de sus hijos.
Es una paradoja dolorosa que, mientras celebramos el Día de las Madres, muchas mujeres jóvenes en Guatemala luchan por sobrevivir en condiciones precarias. La falta de acceso a servicios de salud adecuados y la desnutrición infantil son solo la punta del iceberg de las injusticias que enfrentan estas madres y sus hijos. ¿Cómo podemos hablar de celebración cuando tantas mujeres luchan por sobrevivir?
Como sociedad, debemos desafiar activamente las estructuras que perpetúan estas injusticias. Debemos abogar por políticas que apoyen a las madres en todas las etapas de su vida, garantizando acceso equitativo a la educación, la salud y el empleo. Debemos construir un futuro donde la maternidad no sea un obstáculo para el éxito, sino un acto de empoderamiento y orgullo.
En este Día de las Madres, reafirmemos nuestro compromiso de crear un mundo donde cada madre pueda florecer y prosperar, donde su voz sea escuchada y sus derechos sean respetados. Porque la maternidad no solo es un acto de amor, sino también un acto político que nos desafía a todos a construir un futuro más justo y equitativo para las generaciones venideras.
